Se me ha pegado un duende
Plañidero y aquí estoy de regreso,
¡Banda Mía!
Bajo el estribo; corro hasta tu fuente.
El sol me hiere de abrazo y bienvenida.
Apremian cirios rojos mis ojeras,
Lluvia de gozo estampada en mi maleta
Y un ligero temblor en mi mejilla.
Me detengo en el vértice soñado
Admiro los canteros-La Avenida-
Bajo el rincón de pérgolas gastado
El viejo veredón, me cuenta cuitas
Y el héroe desde el bronce, me enceguece
Con la historia de su hidalguía
¡Por Dios! ¡Es mi ciudad!
Nada cambiado
De muy adentro me brota la alegría.
Los pequeños discuten por sus juegos;
La hilera de paraísos, los cobija
Y al amparo de viejas tradiciones
El siglo se demora en la sonrisa
Llego a mi barrio sud
Y la mañana me embriagaba
Con las rosas de Dileo.
En la plaza anuncian,
De la Patria, el jubileo.
Las vecinas saludan afectuosas
En el umbral amable de su tiempo.
Recorro tus arterias polvorientas
Y mi censo interior se se enriquece
Con la dicha fugaz de una mentira.
Te descubro con otras inquietudes
Tras la infanta que quedó en la escuela-
María Adela Agudo con ojos afiebrados
Hamacando, en el patio, sus quimeras
Y don Lázaro busca en sus archivos
De tu historia y origen, la grandeza
Veré después tu puente majestuoso
Del Río Dulce lamiendo ribera
De peña singular, donde las cajas
Lloran su bardo, golpeando chacareras
Y la dama nocturna las remeda
Rocío de nácar y de trino entre las cuerdas-
Déjame estar en la esquina
Donde empeñaba viajera de lo eterno
La esperanza, donde luces y sombras
Se confunden y el amor recupera
Las distancias, donde el hijo
Prolonga con sus hijos
El legado inmortal de tus hazañas-
Himno de paz decrece desde el coro
Y el pueblo te edifica con su esencia
Recíbeme, solar de mi reposo
Punto final de mis empresas.
Quiero enraizar mi soledad a tu canto
Con esa alma trovera bandeña.
Velva Barrionuevo de Peralta