Abalos enalteció el Festival de Cosquín en la noche de Clausura

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Foto: La Banda Diario

Abalos, de 73 años, fue distinguido anoche en Cosquín con el premio Camin (el más importante que otorga el Festival) luego de una participación (cuatro chacareras y una zamba) más acotada de lo que ese mismo premio debería sugerir.

En la simpleza de la figura de Abalos están ausentes los disfraces que asumen los artistas moldeados por las discográficas o el impulso de la inmediatez televisiva.

No necesita impostar un gesto para predicar una tradición ni para afirmarse en una historia cultural y social.

Su música la ofrece sin declamaciones en el golpe del bombo legüero, en la rítmica ternaria de la chacarera o en el acento de su canto.

Su voz, claro, está lejos de la perfección técnica pero con su empaste se acomoda con admirable naturalidad al pulso de la célula rítmica de la musicalidad santiagueña.

Cosquín lo distinguió -junto con el dúo Los Visconti- con el premio Camin, por su trayectoria, que se puede rastrear (en la mayoría de las ciudades de la Argentina hay que hacer una búsqueda para hallarlos) en discos como «Herencia folclórica», «Silencio canta Alfredo Abalos», «La voz de la chacarera», «Moneda que está en el alma», «Con la conciencia tranquila», «Una quimera más» o «Te digo, chacarera».

Sin embargo, con la mirada un poco más allá de la solemnidad de la estatuilla, habrá que decir que la figura de Abalos es tratada en el festival que lo premió con rigores de los que sólo están exentos un puñado de artistas marketineros.

Anoche Abalos entregó cuatro temas y luego un bis en una sesión que comenzó con la chacarera «La singular».

A modo de presentación, soltó los primeros versos» Ya que han pedido que cante/voy a aceptar el pedido/nunca me hago de rogar/ cuando me pide un amigo».

Prosiguió la chacarera «Quien levanta la cosecha» y después se aventuró a la «Zamba del ángel», bella pieza de Hugo Díaz y Ariel Petrocelli.

«Que me van a venir a hablar de Los Beatles», soltó, con humor y ese estilo que de tan huraño resulta agradable, sabiendo que ya había ganado la atención de la plaza.

Concluyó su faena con dos chacareras, «Como urpillita perdida» y «Por unas pocas monedas» y se retiró, aplaudido, pero lejos de la parafernalia que rodeó a otros artistas la misma noche.

Los premios le habían sido siempre esquivos a Alfredo Abalos.

Al menos ese desatino fue enmendado en la última luna del Festival de Cosquín.

Fuente: Telam

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