Con su voz inconfundible y sus canciones pegadizas, Adrián Otero popularizó un género que gracias a él y a su emblemática banda Memphis la Blusera tuvo cada vez más adeptos en nuestro país. El blues había estado reservado desde siempre para ámbitos más íntimos pero este fanático de Vélez hizo que eso cambiara.
Otero se incorporó a Memphis en 1980 y, a lo largo de casi tres décadas (se fue del grupo en 2008), logró lo que nadie antes en la Argentina: masificar el blues. Una muestra de ello es su canción “La flor más bella” sonando en la apertura de Videomatch, el programa más popular de la televisión argentina. Cuando Marcelo Tinelli aparecía en cámara, se escuchaba a todo volumen una voz tan particular que era imposible no percibir de quién se trataba: “Ella, es la flor más bella, vagando por las estrellas, ella más que el sol…”.
El cantante y compositor decía que era “un tipo de calle, de esquina”, hecho que no le impidió formarse en psicología, carrera que comenzó a estudiar de muy joven, ni viajar por el mundo. Tras cumplir los 18 años, hizo de todo: además de empezar la universidad, se desempeñó como periodista deportivo, cocinero y hasta incursionó en la artesanía. Fue un verdadero trotamundos en esos años de juventud dado que recorrió diferentes puntos de América, Europa e incluso estuvo en África.
Al regresar al país, se incorporó a Memphis la Blusera, la banda de su vida, con la que estuvo vinculado 28 años. Fue junto a su gran socio Daniel “Ruso” Beiserman con quien compuso los mayores éxitos del grupo.
Junto a ellos, editó nueve discos de estudio, desde el primero, Alma bajo la lluvia, que contuvo “Moscato, pizza y fainá”, “Blues de las 6 y 30” y la canción que lleva el nombre del álbum; hasta el último, …Etc..
En el medio pasaron trabajos como Medias Negras, que incluyó “La bifurcada” y “Montón de nada”; Cosa De Hombres, que tuvo como singles al mencionado “La flor más bella” y al tema que lleva el título del álbum; y Angelitos Culones, cuya pieza homónima también se transformó en un clásico.
Más allá de los éxitos -aquí apenas mencionamos algunos-, es indudable que Memphis la Blusera dejó una marca imborrable en la música argentina y en eso mucho tuvo que ver su cantante.
“En 1993 hicimos nuestro primer Obras pero no me acuerdo de nada”, le dijo entre risas, unos años antes de partir, a Gloria Guerrero para referirse a sus problemas con el alcohol. En esa charla con la prestigiosa periodista, confesó que un año después, en 1994, cuando iba a ser su para él su “primer Obras”, no pudo subirse al escenario porque tenía abscesos hepáticos.
“Una infección en el hígado que casi me lleva. Estuve en terapia intensiva y todo. El incidente, para aquella época, fue notorio. Cuando la gente se enteró por la radio de que se levantaba nuestro primer Obras, todos empezaron a hacer cadenas de oración. Eso fue muy conmovedor para mí”, agregó en la citada conversación.
Tras estar internado, Otero se recuperó y finalmente pudo disfrutar de un show en Obras en abril de 1995. “Nunca me lo voy a olvidar. Nos presentó Lalo Mir: a cada uno de nosotros le ponía un apodo a medida que íbamos apareciendo en el escenario, y a mí me presentó como ‘El hombre del hígado de amianto’. A partir de ahí, estuve sobrio. No toqué ni una gota de alcohol”, subrayó.
Sin embargo, fue otra adicción la que finalmente terminaría con su vida. El 12 de junio de 2012, ya con una carrera solista establecida -había sacado un primer álbum, Imán, y estaba a punto de editar un segundo, El jinete del Blues, que saldría después de su muerte-, un movimiento para prender o apagar un cigarrillo (eso nunca se pudo determinar con certeza) hizo que perdiera el control de su vehículo y empezara a dar vueltas cuando transitaba el kilómetro 523 de la Autopista Córdoba-Rosario, cerca de la localidad de Ballesteros, alrededor de las 14:30.
Adrián murió en el acto pero su legado persistió y persistirá en todo aficionado al blues argentino porque fue él, sin dudas, quien popularizó el género en nuestro país.