Babasónicos en Córdoba: Futuro perfecto

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Babasónicos se lució en un show con canciones nuevas y sus grandes clásicos (foto: Facundo Luque).

Cuando parecía que la música de Babasónicos tendía a estandarizarse, por eso de que el eje Jessico se convertía en una estructura insoslayable, apareció Romantisísmico, un disco que trasciende toda fórmula e invita a escuchas sucesivas para fidelizar.

Lejos de la ecuación gancho pop – balada lúbrica – tema discotequero, lo nuevo de los «Babas» propone una suerte de remanso molotov donde los metadiscursos descansan un poco y la verba amoral fluye porque sí, enfrascada en temas de registro abierto.

Para presentar esta obra, a todo oído la más jugada de sus últimos años, el grupo capitaneado por Adrián Dárgelos volvió a elegir Córdoba como plaza talismán, así como en el caso del precedente A propósito la bendición recayó sobre el Orfeo Superdomo. La cita fue el viernes a las noche, ante una audiencia calculada por los organizadores en cuatro mil personas.

Valiente el gesto Babasónico de estrenar una obra apenas aparecida ayer nomás, con sólo el primer corte (La lanza) proyectado en el corazón de un público, como siempre, dominado por chicas dispuestas tanto a infartar como a ser infartadas por el carismático vocalista que, según se le oye en la escena, no quiere ser demagógico pero invita a todas (los todos se suman si quieren, pero el dardo no es para ellos) a prenderse fuego.

Lo cierto es que el arrojo, además de ser marca de fábrica de este combo aun en su carácter estacionado, paga bien. Muy bien. Y así puede pasar que el del viernes sea recordado como el show en el que Babasónicos tocó por vez primera Los burócratas del amor, luego de interpretar como respaldo un clásico de vieja escuela como Patinador sagrado, sin que nadie sepa un verso del tema con seguro destino de clásico. No sólo clásico Babasónico sino del rock vernáculo del inminente porvenir, de un futuro que se intuye perfecto.

«¿Cuánto cuesta un rato más a tu lado?» es el estribillo entrañable de esa pieza, que se pulveriza cuando Dárgelos suelta en el borde del homoerotismo «uno de los dos tiene que hacer de ama de casa». Algo perturbador que luego muta sin rodeos hacia lo burdo. Es lo que se exagera cuando Fiesta popular ensancha su final para revelar El baile de Odin, otro de los nuevos aunque en clave más rocker y que deja oír versos como «sigo el hilo luminoso de tu tanga» o «te voy a dar hasta que agarres ritmo». Nada que observar porque nadie en esta formación hizo un juramento sobre la Biblia de la sutileza.

La puesta fue austera, como si el personal quisiera desmarcarse de la solemnidad de un estreno pomposo. Y la lista (sábana) de temas reforzó esa idea con una batería de clásicos (Los calientes, Desfachatados, Irresponsables, Carismático, Sin mi diablo, Malón, Koyote), otra de piezas escondidas que cada uno atesora con singular guiño sentimental (pongamos aquí las baladas En privado, Como eran las cosas, Las demás) y aquellas canciones que operan como manifiestos involuntarios y no tanto. Pongamos aquí, por ejemplo, a Tormento y su «me verás surgir y caer, no seré aprendiz de borrego al menos en esta vida». ¿Indomables? No en el sentido de la autogestión obcecada pero sí en el de madurar jamás, complotar siempre.

Reconciliados

Babasónicos fue teloneado por un mimado de Adrián Dárgelos. El personaje es más que cercano: el ex Cocineros Alfonso Barbieri, establecido desde hace años en Buenos Aires y que retornó arropado en una banda a la que, oportunamente, llama Los Blasfemos. ¿Oportunamente? ¿Por qué? Sólo basta investigar en qué condiciones se autoexilió Alfonso de Córdoba. Fue atribulado por sedevacantistas, que irrumpieron en la inauguración de una muestra de dibujos de su autoría en el Centro Cultural España Córdoba.

También contribuyó a su huida cierto desgaste dentro de Los Cocineros, que se reveló como muy profundo luego de años de declaraciones cruzadas entre el mismo Barbieri y Mara Santucho. El viernes esa distancia de acortó a distancia cero, por cuanto Baribieri invitó a Santucho para cantar uno de los seis temas que ofreció en extraña clave de new wave melancólica. «Soñé con Mara hace unos días, así que apenas llegué, la llamé para invitarla. Me puso feliz que aceptara y que nos amigáramos», le dijo Barbieri a VOS en camarines, con la retórica de alguien que se ha sacado un peso de encima en nombre la felicidad.

Fuente: la Voz del Interior

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