Con un emotivo testimonio de fe y amor se honró a Nuestra Señora de la Dulce Espera

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En el mes patronal de Cristo Rey, el padre Omar Díaz de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, tuvo a su cargo la celebración eucarística en honor a Nuestra Señora de la Dulce Espera. En la oportunidad, se dio a conocer un testimonio de fe y amor ante la sanación de una beba.

Durante la santa misa, el sacerdote invitó a la asamblea a analizar sus acciones como como una invitación a tener un corazón como el de Cristo que cuida de la vida de los demás.

«El buen pastor cuida de todas las ovejas que el Señor le ha confiado y es celoso para que ninguna se pierda. Está en nosotros descubrir si cuidamos verdaderamente de nuestro hermano y ello empieza con el pensamiento y el sentimiento, no es algo que no voy a manifestar hacia afuera de pura voluntad». «Tendríamos que analizar sobre que pienso del hermano -continuó- si lo hago bien o mal, si los pensamientos y sentimientos que tengo me ayudan a confiar, a tener un diálogo abierto y sincero, o al contario pienso y siento que me tengo que estar cuidando de los demás. La actitud del cristiano debe ser diferente, trabajar por dentro la capacidad de amar, de pensar bien, de ser solidarios para que podamos vivir en la libertad de los hijos de Dios».

Más adelante y refiriéndose al Evangelio, puso énfasis en la importancia de dar las gracias. «Está comprobado que quien es agradecido goza de una mejor salud espiritual y física y hasta puede cambiar el estado de ánimo y contribuir para que exista un buen clima en el hogar, en el lugar de trabajo, en nuestra comunidad. Es tan simple como el ‘Gracias Señor por la vida’, ‘Gracias Señor por el beso de mi hijo’. Un corazón agradecido ayuda a vivir una fe más plena para amar y vivir la misericordia».

«Cuando hablamos de la acción de gracias tenemos una maestra que es María Santísima, ella tiene la alegría de la Dulce Espera y nos quiere animar a tener un corazón agradecido; que nuestra oración nos conceda ese don».

Tras la tradicional bendición de cada 15 de mes, se vivió un momento de suma emotividad cuando Graciela brindó un testimonio  de fe y amor, contando la milagrosa sanación de su hija a quien encomendó a Nuestra Señora de la Dulce Espera (ver video)

 

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