Condicionados por Mauro Zárate, Boca y Vélez se olvidaron del juego y empataron 0 a 0

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Vélez y Boca quedaron hipnotizados por el efecto Mauro Zárate. Tardaron en reaccionar y, pese al sprint final del Fortín, cuando lo pudo ganar sobre el cierre, empataron 0 a 0 en el encuentro de ida por los cuartos de final de la Copa de la Superliga. Finalmente, el morbo por el regreso del exídolo al Amalfitani se devoró el juego y el entorno que se creó atentó contra las ideas. La serie está abierta para la revancha del próximo jueves en la Bombonera.

No lo recibieron bien a Zárate, como se preveía. «El que no salta es un traidor o Vos sos hincha de Boca la p…», fueron algunos de los gritos del público local en contra el exídolo. El mensaje fue violento de a ratos y luego, con el correr de los minutos fue aminorando la preisón. Lejos de responder o hacer algún tipo de seña, Zárate se mantuvo calmo, tan calmo que casi no participó del juego.

Vélez fue más que Boca, que mostró una imagen muy discreta. El Fortín propuso y con poco complicó al Xeneize, que tuvo en Andrada a su figura. Zárate, que completó los noventa minutos, no tuvo jugadas de riesgo y el travesaño salvó a Boca en dos ocasiones sobre el final del partido.

La pared lineal conformada por Iván Marcone, Nicolás Capaldo y Nahitan Nández fue difícil de escalar para los volantes locales en el primer tiempo, mientras que la defensa «xeneize» también se mostró muy sólida durante esos 45 minutos iniciales. E inclusive durante la media hora inicial del segundo período las alternativas no variaron demasiado, convirtiendo al desarrollo en las casi tres cuartas partes de su contenido en un negocio bastante redondo para Boca.

El que terminó conociendo la valla rival fue Vélez, pero recién en el cuarto de hora final del partido, cuando los «xeneizes» sucumbieron ante la presión de los velezanos, que impelidos por la necesidad de salir gananciosos en la ida como locales, se lanzaron masivamente sobre el campo de un Boca, que parecía haber sentido el desgaste de entre semana por Copa Libertadores ante Athlético Paranaense.

Y en esos 15 minutos finales los dirigidos por Gabriel Heinze generaron cuatro situaciones claras como para llevarse el triunfo que, por apretado margen, hubiesen merecido. Sin embargo, por tres veces Esteban Andrada impidió que llegara el tanto local con magníficas atajadas y el travesaño también le impidió el grito a Nicolás Domínguez.

Ese tramo del partido fue lo más emotivo de la noche de Liniers, dejando de lado el público local por un momento la obsesión por castigar a Zárate desde los denuestos para empujar a los suyos, a los que veían muy cerca del triunfo. Sin embargo, este éxito nunca llegó porque Andrada terminó siendo clave en un momento definitorio y por ende se transformó en la figura del encuentro, y porque Vélez no estuvo tan fino como para doblegar a quien hoy tiene todos los boletos para convertirse en el guardavallas titular del seleccionado argentino en la próxima Copa América.

Ahora Boca tendrá un día más de recuperación como todos los equipos que jugaron este domingo (Argentinos Juniors y Gimnasia y Esgrima La Plata también empataron 0 a 0), contra tres de los que lo hicieron ayer (River, que cayó por 3 a 0 con Atlético Tucumán, y Racing, que sufrió lo propio, pero por 2 a 0, ante Tigre), ya que las revanchas irán el próximo jueves, cuando inicialmente iban a hacerlo el miércoles. Los que se enfrentaron el sábado se verán las caras nuevamente el martes.

Mauro Zárate se fue en julio del año pasado a Boca cuando tenía todo arreglado para renovar con el elenco de Liniers. Meses antes, en enero de 2018, había manifestado públicamente que nunca jugaría, en la Argentina, en otro club que no fuera Vélez. Por eso, los hinchas del Fortín se sintieron «traicionados». De allí el encono con el futbolista surgido de las inferiores del equipo velezano.

El próximo jueves, a las 21.10, se jugará la revancha en la Bombonera.

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