La población de Kenia ha quedado conmovida con la imagen de una viuda que vive en extrema pobreza y llegó a una situación tan dificil que decidió fingir que hervía rocas para hacerle creer a sus ocho hijos que les estaba preparando comida.
Peninah Bahati Kitsao vive en Mombasa y trabajaba lavando ropa hasta que las restricciones de circulación por la pandemia del coronavirus le impidieron seguir recibiendo esos ingresos y ahora le resulta muy complicado conseguir otro empleo.
Una de sus vecinas alertó sobre su caso a los medios de comunicación y logró una enorme campaña de donaciones para la mujer de 45 años que se encuentra criando sola a sus ocho hijos.
Tras ser entrevistada por la cadena NTV de Kenya, la viuda ha recibido dinero gracias a una línea telefonica y una cuenta bancaria que le abrió su vecina, debido a que ella no sabe leer ni escribir.
Kitsao se mantiene en una vivienda de dos habitaciones sin agua corriente ni electricidad y ha descrito como “un milagro” la generosidad de los kenianos. “No creía que pudieran ser tan cariñosos después de recibir llamadas de todo el país preguntándome cómo podrían ser de ayuda”, contó al portal de noticias Tuko.
La olla donde Kitsao colocaba las piedrasLa mujer contó que la desesperación la había hecho poner rocas en una olla de agua mientras esperaba que los hijos se durmieran creyendo que comerían al despertar. Pero explicó a la NTV que sus hambrientos niños no habían sido engañados por mucho tiempo por sus tácticas de retraso en la cocción de las piedras.
“Empezaron a decirme que sabían que les estaba mintiendo, pero que no podía hacer nada porque no tenía nada”, dijo Kitsao en el informe televisivo que logró un gran impacto en la audiencia de Kenia. Su vecina había ido a ver si la familia estaba bien después de oír a los niños llorar, añadió la NTV.
Como parte de las medidas para proteger a los más vulnerables de la crisis del coronavirus, el gobierno ha lanzado un programa de alimentación. Pero el beneficio aún no ha llegado a Kitsao, que enviudó el año pasado cuando su marido fue asesinado por una banda criminal.
Al mismo tiempo, la historia de desesperación de Kitsao coincidió con la revelación de que el Ministerio de Salud de Kenia ha gastado enormes sumas de dinero -donadas por el Banco Mundial para responder a la pandemia- en té, refrigerios y tarjetas de teléfonos móviles para su personal.
Kenia registró su primer caso de coronavirus el pasado 12 de marzo y desde entonces, según datos de la OMS, ha contabilizado 374 contagios y 14 fallecidos.
El domingo pasado, el Gobierno de Kenia anunció que prorrogaba durante un mes el cierre de colegios a causa del coronavirus. Las escuelas fueron cerradas a mediados de marzo, momento en el que se lanzaron programas para dar clases a través de programas de radio y televisión. Ese anuncio llegó un día después de que el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, extendiera durante otros 21 días el toque de queda en la capital, Nairobi.