La descompensación que al final se convirtió en irreversible esta madrugada, se inició en octubre del año pasado cuando el músico tuvo que cancelar una gira y durante abril último lo llevó a ser hospitalizado por deshidratación.
El mítico artista, nacido en Mississippi el 16 de septiembre de 1925, tocaba unas guitarras Gibson a las que llamaba cariñosamente Lucille a partir de un incidente en un bar donde actuaba que fue causado por una mujer con ese nombre.
El enorme artista no sólo fue uno de los responsables de los momentos de mayor popularidad del blues, sino también un maestro para importantes instrumentistas de la talla de Eric Clapton, Mark Knofler y nuestro recordado Norberto «Pappo» Napolitano con quien en la década del 90 compartió conciertos en el Madison Square Garden y también en Buenos Aires.
B.B. King comenzó su carrera en 1947 y muchas de sus primeras grabaciones fueron producidas por Sam Phillips, pero fue a principios de 1949 cuando le pidió al famoso Sonny Boy Williamson que lo dejara cantar en su programa de radio y el conductor accedió a cambio de pedirle a los oyentes que llamaran para decir si les había gustado. Tuvo gran éxito y a partir de ese momento comenzaron a llamarlo «la nueva estrella que puso al rojo vivo las llamadas telefónicas».
En 1955 compró un viejo colectivo por 500 dólares, lo bautizó Big red y se largó a girar por todo el territorio de los Estados Unidos, una actividad local que un año más tarde alcanzó su récord cuando ofreció 342 recitales.
Ya en la década del 50, se convirtió en una de las figuras más importantes en la música con éxitos como «You know I love you», «Woke up this morning», «Please klove Me», «You upset me baby», «Every Day I Have the Blues», y «Ten long years».
En su haber tiene 15 Grammys, la Medalla Nacional de las Artes, fue premiado con un honorario Ph.D de la Universidad de Mississippi, la Real Academia Sueca de música lo galardonó con el Premio de Música Polar por sus «significantes contribuciones al blues» y en 2006 el presidente norteamericano George W. Bush le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad.
A lo largo de su trayectoria, vendió millones de discos en todo el mundo y estaba incluido en el Salón de la Fama de la Fundación del Blues y el Salón de la Fama del Rock and Roll.
Otro de los logros de King fue el tercer puesto en la lista de los «100 mejores Guitarristas de la Historia» de 2003 elaborada por la revista Rolling Stone, apenas ubicado por detrás de Jimi Hendrix y Duane Allman.
Mientras que en la reedición de 2011 ocupó el sexto lugar detrás de Jimi Hendrix, Eric Clapton, Jimmy Page, Keith Richards y Jeff Beck.
Llegó por primera vez a la Argentina en 1980 cuando dio un concierto en el auditorio del Bauen y otro como parte del Buenos Aires Festival Jazz en el estadio Obras. Recién regresó en diciembre de 1991, pero a partir de entonces volvió con cierta regularidad y forjó su lazo con Pappo a quien llamaba “Mr. Cheese” (Mr. Queso).
Después de una seguidilla de visitas que se se extendió hasta 1998, estuvo 12 años ausente y cuando retornó -en marzo de 2010 al Luna Park-, expresó ante sus seguidores: «Sí, tengo 84 años, pero no estoy muerto».
Más allá de sus dotes como intérprete, King fue un defensor de la educación de la música en los niños. En 2002, fue contratado como partidario oficial de Little Kids Rock, una organización sin fines de lucro que provee a los niños de escuelas públicas de todo Estados Unidos lecciones e instrumentos musicales de manera gratuita.
Télam