En este Atenas de dos caras, desparejo, irregular e inconstante, el viernes, ante Olímpico, fue el turno del lado bueno, el que le deja crédito abierto.
Se dice, con razón, que en básquetbol no hay dos partidos iguales. Y por lo visto anoche en el Cerutti, a la hora de comparar el juego de ayer con el de 48 horas antes en La Banda, la frase tiene plena vigencia. Porque Atenas, que apenas había encontrado el aro en suelo santiagueño (perdió 70-52), esta vez le bastó la mitad del partido para sumar igual cantidad y llegar a un triunfo que hasta pudo ser más cómodo que el 89-77 que reflejó el tablero.
Los de Sebastián González, que se alimentan de la tarea defensiva, también demostraron que, cuando trabajan sus ofensivas con paciencia y orden, pueden apostar a su ataque para sacar un partido adelante.
En la primera mitad, Atenas no estuvo del todo afinado para controlar a los bandeños –recibió 41 puntos con 50 por ciento de efectividad de cancha–, pero pudo disimular ello en el campo rival, donde el Griego repartió el goleo en todos los frentes: siete de sus ocho integrantes terminaron con doble dígito en sus casilleros personales.
Arrancó bien Lábaque, después tomó la posta el panameño Garcés y más tarde se sumaron Mariano García y “el Pitu” Rivero. Pero un técnico a Bruno, más un par de apresuramientos, terminaron por dejarle una escasa renta al local, que ganó 21-20 el parcial inicial.
Olímpico, que empezó dañando con Eduardo Villares (goleador de la primera parte con 16 puntos), amagó con tomar las riendas del juego en la mitad del segundo, cuando se sumó la buena tarea de Cristian Romero (4/5 en triples) para adelantarse 34-30. Pero fue sólo un pasaje. Ahí sí, Atenas ajustó su defensa y con un parcial de 20-7 dio vuelta la historia para irse al descanso 50-41.
El quiebre se dio en el tercero, con un inspiradísimo Matías Lescano (12 puntos en el parcial), decisivo para que los griegos se alejaran a 18 (73-55) en el cierre del penúltimo.
Olímpico no tiró la toalla y amagó con la hazaña. Se puso a 8 (78-70), pero no pasó del susto. Atenas jugó con el reloj y terminó celebrando. Le hacía falta.
Fuente: La Voz del Interior