El detrás de escena del acto de Hugo Moyano: los reproches del líder camionero y la respuesta de los funcionarios

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Hugo Moyano tenía pensado patear el tablero y dar un fuerte discurso. Se lo desarmó el Gobierno cuando en la tarde del lunes dejó trascender que por el momento frena la reforma laboral. De todos modos y aunque festejó su cumpleaños con una torta blanca y una bengala en el centro, no se mostró todo el tiempo feliz y dejó traslucir su enojo.

Mandó señales a la Casa Rosada y al  periodismo: «Nunca me gustó andar detrás de ningún gobierno», protestó después de explicar lo que tuvo que explicar varias veces, que al presidente Mauricio Macri lo invitó en diciembre pero al postergar la inauguración quedó sin efecto el convite. Usó la misma justificación para la gobernadora María Eugenia Vidal y para la ausencia del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. «A pesar de todo lo que se dice de la dirigencia gremial, no todos son malos», resaltó efusivo Moyano en clara alusión a las detenciones y denuncias que apuntan a varios gremialistas.

El discurso de Moyano

Hizo una pausa y continuó: «Ni todos son tan buenos; hay buenos, malos y regulares, y nosotros estamos entre los que hacemos cosas». «Aquí está el compañero Triaca y aprovechamos para decirle que vamos a seguir haciendo el esfuerzo necesario», apuntó, tras lo cual señaló: «Vivimos momentos muy especiales, hay muchos compañeros del movimiento obrero organizado que están trabajando para levantar este país y el mayor esfuerzo lo hace el trabajador».

Sorprendido por la politización del discurso del anfitrión, devolvió el derechazo el vicejefe del gobierno porteño, Diego Santilli, el primero en hablar después de que lo hiciera el secretario general de Choferes de Camiones en la nueva inauguración del Sanatorio Antártida en Rivadavia al 4900.

«Sabemos lo que tenemos que hacer para sacar el país adelante», arrancó cordialmente, pero enumeró la necesidad de más trabajo, más inclusión y «más transparencia», sustantivo que no usó al azar. Santilli recordó también que el sanatorio estuvo diez años cerrado (y lo estará unos meses más a pesar de la inauguración, hasta que se conforme la plantilla de personal, médicos, enfermeros, etc.), pero elogió que sea un sanatorio de «primer nivel» y le auguró una «buena administración». «Por eso estamos acá», subrayó entre el halago y la advertencia.

En representación de la Ciudad, el «compañero Santilli», como lo llamó Moyano, fue la figura de mayor rango protocolar, junto al superintendente de Salud, Sandro Taricco, y el ministro de Trabajo Jorge Triaca.

Taricco confirmó en una charla informal que él mismo había sido invitado en diciembre y el jueves pasado, en una visita a la Superintendencia, volvieron a convocarlo. Consultó en el Gobierno y no hubo objeción para que fuera, aunque para todos quedaba claro que el motivo del evento era la inauguración de un sanatorio y no la discusión política. De hecho, en el recorrido por las instalaciones no hubo conversaciones vinculadas a los temas calientes como la negativa de la CGT a avalar el proyecto en el Congreso, ni tampoco en el brindis. Otro gesto: ni Triaca ni Santilli se quedaron a disfrutar del cocktail porque se retiraron apenas terminaron los discursos y sin despedirse del anfitrión.

«Triaca lo quiere a Hugo, no se van a pelear y dialogan todo el tiempo, aun cuando hay diferencias ellos charlan», admitía uno de los presentes que los frecuenta a los dos. Se notó en el discurso del ministro. «Hugo, felicitaciones por tu cumpleaños y a la familia», arrancó, y habló del «enorme esfuerzo que ha hecho la organización». Pero hubo una frase que sonó a música en los oídos camioneros: «Les ha subido la vara a muchos». Y volvió a felicitarlos, también a Liliana, la esposa de Moyano, que estuvo al frente de la reconstrucción. Además, dos veces el ministro le dijo que había hablado con el Presidente y que le trasmitía su saludo. «Me pidió que sigamos con esta conducta para llegar al mejor nivel y ayudar a los que necesitan crecer». Eso sí, pidió afrontar «el debate que nos debemos». «De la Argentina se sale con verdaderas oportunidades de trabajo»,señaló, y dijo que «todos tenemos que poner las barbas en remojo» al convocarlos a «una mesa de encuentro».

El acto fue algo así como una tregua pública pactada en el nombre del evento aunque sobreabundaron las señales. Los aplausos fueron parejos aunque al jugar de local fueron más los cantos y palmas para Hugo en un salón colmado pero con una recepción tibia en la vereda. «Pensé que estaría cortada la calle», dijo alguien nostálgico de aquel Moyano que cerraba el centro o colmaba estadios.

En la primera fila estuvieron tres de los hijos del jefe de los Camioneros: en el centro el diputado nacional por el Frente Renovador, Facundo Moyano; a su derecha el abogado del gremio ‘Huguito’ Moyano y a la izquierda el menor, Gerónimo, hincha de Independiente, club que preside su padre y que está bajo investigación judicial con su vicepresidente detenido. Aunque el también presidente del club mencionó a los muchos jefes sindicales que lo acompañaron, los que resaltaron fueron el siempre componedor José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias; José Ibarra, de la Federación de Conductores de taxis e integrante de las 62 Organizaciones sindicales, hoy en la vereda de Cambiemos, y Omar Maturano, de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte. Del triunvirato de la CGT, solo uno: Carlos Acuña. Tampoco fue Pablo Moyano, el más rebelde de la central obrera, de viaje en Miami con el equipo femenino de hockey, según dijeron, mientras en la última fila se ubicó Gustavo Vera, ex legislador y representante de La Alameda. Por el ámbito del fútbol, acompañó Carlos ‘Chiqui’ Tapia, actual presidente de la Asociación de Fútbol Argentino.

Otro dato extraño en estos tiempos: la clínica tiene en la entrada principal una improvisada rampa superpuesta sobre los escalones. Y en el auditorio, donde sonaba «A mi manera», el aire acondicionado desafiaba aquel pedido presidencial de no bajar la temperatura en exceso para gastar menos. Los escalones de mármol blanco en el lugar del acto central tampoco tienen acceso para discapacitados aunque con uno o dos centímetros de alto se puede usar, con dificultad.

Otro dato: uno de los asistentes de mayor rango dijo al retirarse que en febrero, cuando Luis Barrionuevo festeje su cumpleaños en Mar del Plata, sí estarán todos, a pesar de las grietas en la CGT. Incluso su ex líder Hugo Moyano.

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