El MPN ratificó su poderío en Neuquén, el Gobierno respiró aliviado y el kirchnerismo no pudo celebrar

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«Las encuestas hablaban de un empate y sacamos 15 puntos de diferencia. La encuesta real estaba en el pueblo neuquino». Los gritos de Omar Gutiérrez frente a la casa de gobierno provincial se escuchaban a tres cuadras de distancia. Los festejos del Movimiento Popular Neuquino (MPN) empezaron a multiplicarse ni bien el reloj marcó las ocho de la noche. Unos minutos después los resultados oficiales salieron a la luz y la tendencia se volvió irreversible con inmediatez.

La frase de Gutiérrez estaba cargada de enojo e ironía. Las encuestadoras perdieron una nueva batalla en tiempo de elecciones. La gran mayoría de los sondeos marcaron una distancia mucho menor entre el gobernador y el candidato de Unidad Ciudadana, Ramón Rioseco. Algunas describían un escenario de empate técnico. Con esos números el kirchnerismo se levantó el domingo. Indicadores positivos que empezaron a deshilacharse cuando en el núcleo del esquema K en Neuquén tomaron conocimiento del triunfo holgado del MPN en distintos colegios de la provincia. Fue como un sueño que nunca existió.

El gobernador se mostró seguro desde las primeras horas de la mañana. Nunca mostró incertidumbre sobre el resultado de la elección. Sin embargo, durante la conferencia que brindó luego de conocerse su triunfo, reveló que antes de plantear su candidatura para la reeleción dudó sobre si él podía asegurar el triunfo en esta elección. Asumió su pertenencia al MPN como quien forma parte de una familia a la que está dispuesto a defender frente a cualquier adversidad. Cuando recibió la avalancha de resultados positivos que llegaban de las distintas mesas de la provincia, se largó a llorar. Lo confesó en el final del día, cuando el agotamiento estaba impregnado en sus gestos.

Los 14 puntos de diferencia con Rioseco y los 25 puntos que lo distanciaron de Horacio «Pechi» Quiroga, el candidato de Cambiemos, fueron absolutamente inesperados. En el entorno de Gutiérrez estaban convencidos que podían alcanzar los siete puntos de distancia. Los más eufóricos, cuando se cerraron los comicios, plantearon una distancia de 10 puntos. Nadie imaginó un triunfo tan holgado y contundente.

La Junta de Gobierno del MPN, donde el gobernador brindó la conferencia, quedó envuelta en banderas azules y blancas y el retumbe de los bombos. Los militantes festejaron y alentaron a Gutiérrez como a un jugador de fútbol. «Decile a los de Buenos Aires que Vaca Muerta, no está muerta. Está más viva que nunca», gritó uno de ellos y despertó la carcajada de los dirigentes del MPN y del gobernador.

El discurso final de Gutiérrez en el acto de festejo frente a la casa de gobierno le sirvió como disparador para respaldar la candidatura en la ciudad de Neuquén de Mariano Gaido, actual ministro de  Trabajo, Desarrollo social y Seguridad de la provincia. «Voy a trabajar para que Mariano gane la intendencia», les dijo a los militantes desde un escenario. Luego, les pidió ir a agradecer los votos casa por casa, como les había pedido que militen por el proyecto del MPN. El final de la escena resultó tener un cántico conocido y futbolero: «Es para ‘Pechi’ que lo mira por TV». Gutiérrez dejó en claro que ahora va por la ciudad capital, donde actualmente gobierna Cambiemos y en donde el MPN quiere hacer pie y fortalecer el proyecto provincial.

En los búnkers de Cambiemos y Unidad Ciudadana no hubo clima festivo.  La derrota pegó más fuerte en el hotel Tower, donde Rioseco explicó cerca de las diez de la noche por qué no pudo ganar la elección. Argumentos varios. Entre ellos el potencial territorial del MPN y la división del voto opositor debido a las 8 listas que hubo en la elección. La ilusión de Rioseco la destruyeron los resultados en el centro, oeste y este de la provincia. Gutiérrez ganó en la mayoría de las localidades neuquinas. Arrasó.

El ex intendente de Cultral Co tuvo el respaldo de dirigentes ultra K. En el hotel estuvieron presentes Martín Sabbatella, Diana Conti y Oscar Parrilli, el principal armador de la candidatura. La derrota de Rioseco fue también una derrota para Cristina Kirchner, quién se metió de lleno en la campaña electoral, recibió a los candidatos y grabó un spot en su apoyo. La ex presidenta apostó a un golpe de efecto en las urnas para comenzar con el pie derecho el año electoral. La estrategia falló. La abultada diferencia que generó la derrota fue una cachetada inesperada.

El golpe por la elección perdida también se lo llevó Mauricio Macri. Aunque el impacto fue amortiguado con tiempo. En el gobierno nacional ya sabían que el candidato de Cambiemos iba a perder los comicios y que, muy probablemente, quedara tercero. Lo analizado con anterioridad terminó sucediendo. El más perjudicado fue el propio «Pechi» Quiroga, quien no pudo hacer valer sus gestiones en la ciudad de Neuquén y pareció haber sido absorbido por los daños colaterales de la compleja situación económica nacional.

Durante su discurso en un hotel céntrico Quiroga reconoció la derrota con educación y resignación. «El pueblo de Neuquén se siente conforme con el gobierno de Gutiérrez Fue una elección limpia. No tenemos nada que reclamar. Me pongo a disposición. Sé ganar y sé perder». Sus palabras despertaron el aplauso de los dirigentes que lo rodeaban. En esa definición dejó implícita sus diferencias con Unidad Ciudadana, espacio que durante el mediodía hizo una denuncia por irregularidades a la que la Junta Electoral le bajó el tono.

El intendente neuquino tuvo un apoyo tibio del gobierno nacional. Incluso, cada vez que le consultaron si el Presidente lo había llamado, respondió que no pero quizás en algún momento lo haría. Quiroga recibió el respaldo nacional del radicalismo pero no tuvo el suficiente impulso por parte del oficialismo nacional. Sin embargo, evitó emitir cuestionamientos. Estaba cansado. En el final de su discurso dijo que ya no volvería competir por la gobernación.

En el Gobierno temían la posibilidad de un triunfo de Rioseco porque advertían que la lectura política iba a ser la victoria de Cristina Kirchner y la posibilidad de su regreso a la Casa Rosada. Por eso el dolor de la derrota tampoco es tan grande, aunque resulta ser preocupante de cara al desarrollo del cronograma electoral.

Gutiérrez se quedó con la primera elección a gobernador del año, logró su releección y la continuidad en el poder del MPN. Resaltó la importancia de la estructura provincial y la autonomía con la que se mueve en el esquema político argentino. Evitó referirse a Mauricio Macri y Cristina Kirchner. Mostró cintura para no lastimarse con los dardos nacionales que atraviesan la grieta. Logró un triunfo contundente y se despegó de la repercusión en el resto del país. «El veredicto de las urnas es inapelable», dijo en reiteradas oportunidades.

Fue la forma que encontró de resaltar la supremacía del partido y evitar dar definiciones sobre las especulaciones en torno a la elección nacional. La frase que eligió no es más que la pura verdad.

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