Reelecto con holgura, el gobernador Juan Schiaretti se las ingenia para hacer equilibrio entre las presiones internas, el humor social y sus propios favoritismos. En términos políticos: entre el Gobierno y el kirchnerismo se disputan los votos del segundo distrito electoral que en el 2015 fue clave para coronar a Mauricio Macri.
Este miércoles, el Presidente volverá a aterrizar en Córdoba, la segunda visita desde que oficializó su fórmula junto a Miguel Ángel Pichetto y la anteúltima antes de las PASO del 11 de agosto: los estrategas del oficialismo reservaron un lugar en la agenda para los últimos días de campaña en la recorrida que el jefe de Estado hará por la región centro del país.
Es que tanto Macri como Alberto Fernández corren detrás del mismo objetivo.Necesitan el favoritismo de los cordobeses, que ostentan el 8,6% del padrón nacional.
Pero la estrategia difiere por el diagnóstico. El candidato de Juntos por el Cambio busca recuperar los votos del 2015 que lo llevaron a la Presidencia para contrarrestar, además, el caudal electoral del Frente de Todos en territorio bonaerense, el mayor distrito y el que más sintió la crisis económica.
El ex jefe de Gabinete K, por el contrario, va a la pesca de los votos que el kirchnerismo nunca tuvo en esa provincia.
En ese sentido, Fernández se instaló en Córdoba 48 horas a fines de la semana pasada, sostenido por casi medio centenar de intendentes del PJ que reportan a Schiaretti pero que, además, adhieren a la fórmula K. El gobernador ya avisó que, en los papeles, no jugará ni con unos ni con los otros. Es decir, la famosa boleta corta.
Ante ese auditorio, el precandidato del Frente de Todos pidió reinventar el vínculo entre los cordobeses y el kirchnerismo, que desde los tiempos de la anterior administración está atravesado por un profundo sentimiento anti K que Macri supo aprovechar como nadie.
En el 2015, la de Córdoba fue la mejor performance de Cambiemos. En octubre, el Presidente obtuvo más del 53% de los votos, un 3% más que en la ciudad de Buenos Aires, la ciudad en la que nació el PRO. En el balotaje de noviembre, fue récord: casi el 73% en el mano a mano frente a Daniel Scioli.
Tanto Macri como Fernández bucean de hecho en la pecera que dejó vacante la tercera vía después de que la propuesta de Alternativa Federal naufragara con la dispersión de sus miembros fundadores. Roberto Lavagna, el candidato que aún resiste a la polarización, salió tercero en las elecciones presidenciales del 2007 en compañía de Gerardo Morales, pero ganó en Córdoba. Fue el único distrito que no le dio la espalda.
Schiaretti, miembro fundador de Alternativa Federal, no pudo contener la fuga de la tercera vía después de su aplastante triunfo de mayo. Para algunos, sin embargo, no es que no pudo: es que no quiso. Una hipótesis que, los que la sostienen, la alientan desde la reunión del Presidente y el gobernador en el despacho presidencial días después de esa victoria provincial. A solas, a los abrazos y sonrientes.
Este miércoles, por caso, Macri y Schiaretti volverán a verse casi mano a mano: se encontrarán para cenar junto a sus mujeres, Juliana Awada y la diputada Alejandra Vigo, una invitación del jefe de Estado que el cordobés aceptó y de la que aún no trascendieron detalles del lugar.
Será en la capital. Antes, el líder del PRO tiene previsto aterrizar por la mañana junto a Pichetto para reunirse con productores en las localidades de Arroyito y San Francisco y apuntalar las candidaturas locales, lideradas por la figura de Mario Negri, cabeza de lista de Diputados.
Además, como publicó este medio la semana pasada y según la agenda prevista, Macri podría ser entrevistado, entre otros, por Mario Pereyra, el periodista de Cadena 3 más taquillero de la provincia, que trabó una relación personal con el Presidente y que el viernes tuvo un duro cruce con el precandidato del Frente de Todos. Para Fernández, no fue casual.
Por la tarde, el jefe de Estado podría volar hacia San Luis. El jueves, tiene agendada una actividad de nuevo en suelo cordobés, en Río Cuarto.
Schiaretti insiste en el equilibrio. El 10 de julio recibió a Fernández en el Panal, y subrayó que se trató solo de un encuentro «institucional». Al otro día voló a Madrid por temas de gestión, y evitó sacarse la foto con Macri y Pichetto, que viajaron a la provincia para acompañar a Negri, dos meses después de que la interna local entre el macrismo y la UCR crujiera casi hasta romperse. Al final, las heridas curaron.
El jueves pasado, el gobernador abrió su oficina para encontrarse con Lavagna y Schiaretti. Este miércoles volverá a verse con Macri, pero en un escenario mucho más íntimo. Dejarán las lecturas políticas para los analistas.
El gobernador se convirtió en un anfitrión codiciado.