«Pido perdón a Dios» y «me uno a mis hermanos obispos canadienses para pedir disculpas», declaró en abril el sumo pontífice de 85 años durante una audiencia en el Vaticano ante las delegaciones de los métis, inuits y pueblos originarios de Canadá.
A través de las voces de los indígenas «he recibido, con una gran tristeza en el corazón, los relatos de sufrimientos, privaciones, tratos discriminatorios y diversas formas de abuso sufridos por varios de ustedes, especialmente en los internados», declaró el papa Francisco.
«Me gustaría estar con ustedes este año», para la celebración de Santa Ana el 26 de julio, anticipó en esa ocasión.
El descubrimiento de cientos de sepulturas de niños sin marcar en los últimos meses sacudió a Canadá y muchos supervivientes esperan un gesto contundente del Papa.
Entre finales del siglo XIX y la década de 1980, unos 150.000 niños indígenas, mestizos y esquimales fueron reclutados a la fuerza en 139 internados en Canadá, donde fueron apartados de sus familias, su lengua y su cultura.
Miles murieron, principalmente de desnutrición, enfermedades o negligencia, en lo que el Comité para la Verdad y la Reconciliación definió en 2015 como «genocidio cultural». Otros fueron abusados física o sexualmente.
En el último año se han encontrado más de 1.300 tumbas de niños anónimas en los sitios de antiguos internados y las búsquedas se prosiguen en todo Canadá.
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