Héctor Recalde: «La Bicameral va a rechazar el decreto de Macri sobre las ART»

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Héctor Recalde heredó de su mamá el valor de la lectura. De chiquito, ella lo llevaba a las bibliotecas del barrio de Colegiales y así ya antes de arrancar la Facultad de Derecho, él había leído las obras completas de Alexandre Dumas y de William Shakespeare, editadas en tomos antiguos de papel biblia. Ahora, a los 78, descansa en Villa Gesell rodeado de libros: por su vieja casa –construida por el mismísimo Carlos Gesell- se esparcen ejemplares del escritor italiano Antonio Tabucchi, uno sobre la resistencia peronista, dos compilaciones del periodista Ari Lijalad sobre la gestión macrista y otro más apoyado en la mesa del quincho: los Cuentos completos de Dashiell Hammett, maestro de la novela negra, su género favorito. Recalde tiene otra pasión, dice, y es la lucha contra la injusticia, algo que lo subleva desde joven. Por eso, tal vez, se considera menos un político que un defensor de los trabajadores. Aunque se tome a sí mismo con modestia, el jefe del bloque del FpV/PJ en Diputados cumple su rol con dedicación. Es el legislador que más trabajó en la Cámara durante 2016.

–No me gusta ser el más- responde con sequedad.

–Bueno, pero lo dicen los números. Presentó 136 proyectos de ley, más que todos.

–Y, es que el Presidente pidió productividad. Mire, yo me recibí de abogado laboralista el 17 de octubre de 1961 y lo único que hice en mi vida fue defender trabajadores.

Recalde pronuncia esa frase y no parece casual. Apenas pasaron horas del decreto del Gobierno por el que Mauricio Macri busca modificar el sistema de las aseguradoras de Riesgo de Trabajo. El proyecto oficial ya había obtenido media sanción en el Senado, pero faltaba la discusión en Diputados. Por eso, el legislador kirchnerista, sentado en una silla de plástico en el jardín, a metros del mar, se pregunta: «¿Cuál es la urgencia?». Y luego responde a su propia duda: «¡No hay!».

–¿Por qué creé que el Presidente tomó esta decisión?

–No hay forma de hacerlo así. Si él puede citar a sesiones extraordinarias. Lo que pasa que Macri sabe que en Diputados iba a tener dificultades para aprobar la ley. Las dos CTA y la CGT se pronunciaron en contra del DNU.

–Entonces sí hay una urgencia.

–El gobierno responde a los dueños de la cosa, que son las aseguradoras de riesgos de trabajo. Es un decreto de ley que está preñado de inconstitucionalidad. Lo tenemos recontra estudiado. Va a haber acciones judiciales. Y el 2 de febrero se reunirá la Bicameral y lo va a rechazar. Ya hay expresiones en ese sentido del Frente Renovador.

–Pero el Gobierno dice que esta ley mejorará la atención de trabajadores que sufran un accidente, o se enfermen, y que va a reducir los 300 mil juicios laborales.

-Bueno –dice con gestos de descreimiento-, aumentaron los juicios por accidentes de trabajo. Hace años que pido que se haga un análisis de campo para ver por qué pasa esto. En la economía de mercado es lógico que la empresa busque el lucro, pero no es lógico que compita con la previsión social. Entonces, éstas desconocen accidentes de trabajo y, de forma casi absoluta, las enfermedades profesionales.

–¿Cómo abogado laboralista qué reflexión le merece que el ministro de Trabajo Jorge Triaca haya dicho que «hay que entender al que despide»?

–Si habla castellano es fácil entender. Si tiene causa justificada, es fácil entenderlo. Pero lo que quiere hacer el Gobierno, con contratos no laborales de hasta un año de duración y sin indemnización, es violar la Constitución. Es la ley Banelco (de flexibilización laboral), ¿eh? No digo el soborno, sino la ley. Pero no pasa el umbral de la Constitución ni de la Justicia.

–¿No es arriesgado tomar estas posturas contra los trabajadores en un año de elecciones?

–Quieren bajar el costo laboral. Esto lo decía un viejo conocido, Carlitos Marx, que hablaba del «ejército de reservas». Para la economía de mercado es bueno tener desocupados, porque abarata el precio del salario.

Recalde llegó a su casa, un chalet de arquitectura clásica gesellina, con tejas y paredes gruesas y ventanas pequeñas, a principios de enero. Hasta el fin de semana pasado estuvo acompañado por sus nueve nietos, que alteraron levemente su rutina de desayunar con los diarios, salir a caminar durante hora y media y pasar la tarde envuelto en la lectura. Cuando habla de sus nietos se olvida de la política por un rato, y empieza a enumerar sus técnicas para divertirlos o distraerlos cuando se agarran un berrinche. «Soy nietero, yo los hago sonreír. Creo que me hubiera gustado ser médico pediatra. Pero no por la medicina sino por los pibes», dice. Luego vuelve a pensar en política. Y se disculpa, con un sentido del humor que mantiene durante toda la charla, porque «soy desordenado para hablar, y ansioso. Cristina me decía que no sea ansioso para hablar».

–Hablemos entonces de las elecciones.

–Para mí es como hablar del siglo veintidós. Estamos en enero. Para mí es lejano, a mí ahora me preocupan los despidos y la baja del consumo de leche. Hay 250 mil cesantías y despidos desde que asumió este muchacho.

–¿No tiene posición tomada sobre las candidaturas y el rol de Cristina Kirchner?

–Sí, la tengo. El peronismo tiene varias características: la diversidad, la enormidad. Entonces el primer paso es la unidad en la diversidad. Basta de egos, si integran o no integran. Para eso están las PASO. Y además el peronismo siempre fue frentista. Lo dijo Cristina el 13 de abril en Comodoro Py, con lo del Frente Ciudadano. Hay que hacer eso. Y hay muchos compañeros que están trabajando.

–Abal Medina dijo en una entrevista con Infobae días atrás que, de Urtubey a La Cámpora, pasando por Massa, deberían estar todos.

–Yo soy muy respetuoso del pensamiento de los compañeros. No tengo el «peronómetro», pero el Frente Renovador ya se autoexcluyó cuando dijeron «no estamos de liquidación». Si quisieran incluirse, ahí me preocuparía para ver si sí o si no. Eso está resuelto. Igual Evita decía «bienvenidos los rezagados».

–¿Podría decir a quién le gustaría ver encabezando la lista del FpV/PJ?

–Sí, claro. (Hace silencio, sonríe y guiña un ojo)

–…

–Ya lo adivinó. Pero es una decisión de ella. Es personal y respetable siempre. Ella es una militante de toda la vida, con convicciones muy profundas, con gran fortaleza, y ella va a decir si es o no. Yo creo que sería lo mejor que ella vaya como candidata. Para mí no existe otra persona en el país que tenga la capacidad de estadista, la posibilidad de liderazgo y convocatoria que tiene Cristina. No hay nadie como ella en ningún espacio.

–¿No arriesga mucho Cristina? Si pierde…

–(Interrumpe amablemente) Eso es otra cosa. Pero para mí tiene que estar ahora. No soy politólogo. Es lo que me sale de adentro. Tengo muchísimo contacto con el pueblo. Acá en la playa me paran muchísimas veces y hablamos.

–¿De qué hablan?

–¿Con el pueblo? Bueno. Acá hay mucho que adhiere a la ley del arrepentido.

–¿Cómo es eso?

–Del arrepentido, sí, de haber votado a Macri, jaja. No, pero además del humor, es una realidad. A mí me consta que muchos trabajadores votaron a Macri por su promesa de sacar Ganancias. Yo a veces no puedo creer que un trabajador haya votado a Macri. Otra promesa que incumplió fue la de Fútbol para Todos aunque de fútbol no sé porque el fútbol me abandonó hace rato. Como decía Serrat, qué dura es la salud y el celibato.

–Serrat es autor de una frase difícil de comprender: «Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio». ¿Usted la entiende?

-Yo tampoco, pero es buena. Nunca es triste la verdad… (repite, y se queda mirando el cielo). La verdad tiene que alegrarnos. Cuando cometo un error y me lo demuestran, me tengo que poner contento porque no lo voy a repetir. Y si vivo en un mundo irreal, falso, por más triste que sea la verdad, es mejor la verdad. Mire usted, recién hoy, después de haber escuchado tantas veces esa canción, lo puedo reflexionar.

–¿Cuál es la triste verdad de este momento del país?

–Que es un gobierno para ricos. A cifras de noviembre del año pasado, 290 mil millones de pesos en recursos fueron para los sectores medios altos y altos. Y 35 mil para los sectores bajos. Esa es una característica ideológica. La otra es institucional, y es: ¿cómo alguien dicta un DNU nombrando a dos abogados como ministros de la Corte Suprema, en comisión? O ahora esto de las ART. Primero está la Constitución, después la ley, después el decreto reglamentario.

–¿No le reconoce nada bueno a este Gobierno?

–Cuando encuentro algo que puedo aplaudir, le pongo más fuerza, para que no digan que soy obcecado. Me pareció muy bien extender la AUH a los monotributistas, aunque después les sacaron la retención del IVA. Cuando el ministro de Justicia Germán Garavano dijo que en 2017 se iban a dedicar a estudiar y discutir el sistema penal juvenil y a sacar el proyecto de ley en 2018 me pareció muy bueno, porque el mayor problema que tiene el país, más allá de los despidos, la pobreza, la baja del consumo de leche, la carne, más allá de esto, es la institucionalidad. Hay que respetar lo que manda la Constitución. ¿Vos legislás al costado de ella? Esto es lo que más me preocupa. Parece mentira.

Sobre la reforma penal para delitos juveniles el diputado cree que hay que trabajarla, pero que no se soluciona nada con penas más graves. «No se cura la enfermedad matando al enfermo. Corre para todos. Nosotros sacamos la ley Blumberg y las penas más duras no mejoraron la cuestión».

–¿Hay autocrítica entonces en el espacio FpV-PJ?

–Por supuesto. Las hacemos entre los compañeros, y algunas públicas, como que no pudimos bajar del 33% el trabajo en negro, a pesar de que cuando asumió Néstor Kirchner estaba en el 55%.

–¿Y los casos de corrupción? ¿No cree que la imagen de los bolsos de José López es un veneno letal para Cristina?

–¿A quién no lo indignó, afectó, molestó eso? Pero no es letal. Así lo usaron y lo seguirán usando. Alguien de ellos dijo que ellos no tiran bolsos. Pero tiran derechos por la borda. Anótelo. Nosotros no tiramos bolsos y ellos tiran derechos por la borda. La transferencia de recursos y de endeudamiento es mucha guita ¿eh? ¿Quién lo paga eso? Nosotros, ustedes y los hijos que de vuestros hijos vengan.

Fernando Soriano/ Infobae

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