En La Plata se rodó una remake de lo que ya se vio en esta Copa América: el equilibrio defensivo prevaleció sobre las individualidades y la apuesta ofensiva y se dio un resultado que rompió todos los pronósticos. Sí, Paraguay supo aguantar el empate y forzó los penales, apoyado en la gran actuación de Justo Villar y en un esquema táctico homogéneo y defensivo. Así se metió en las semifinales de un certamen que no para de sorprender. Ayer Argentina sufrió a Muslera y se quedó afuera, hoy Brasil no pudo quebrar al arquero guaraní y armó las valijas.
Paraguay apostó por meter una presión asfixiante en el mediocampo, para cortar la conexión entre los mediocampistas ofensivos y los delanteros brasileños. Y le dio resultado durante el primer cuarto de hora; el problema fue que nunca pensó en cómo lastimar al Scratch, entonces se convirtió en un equipo aplicado pero limitado.
Una vez que logró romper la asfixia guaraní, el elenco brasileño dominó el partido con comodidad y generó situaciones para ganar; las más claras: una gran habilitacion de Robinho para Neymar, que definió cruzado y desviado; luego Villar tapó de manera magnífica un remate de Lucio, que entró sólo por el centro del área pero tiró la pelota al cuerpo del arquero. Más tarde, un cabezazo de Fred fue rechazado ¿en la línea o adentro? por Barreto. Y también hubo una doble jugada de Pato, que primero fue tapado por Villar y en el rebote la tiró afuera.
El alargue fue una extensión del tiempo regular: Paraguay siguió raspando en todos los sectores y se acomodó en su campo; Brasil tuvo la pelota y buscó el resquicio que lo salvara de los penales. Sin embargo, la estrategia guaraní logró su cometido porque el gol del Scratch nunca llegó y el suspenso se extendió.
En la serie desde los doce pasos, la moneda cayó del lado de Paraguay, por la impericia de los brasileños (erraron los cuatro remates que tuvieron) y la buena labor de Villar.