Viene de tocar en el interior del país y Uruguay, cuenta que está dando shows más seguido y que esto tiene que que ver con un plan que armó con su manager: «La idea es poder tocar en todos lados. La verdad es que cada vez viene más afianzada esta etapa, siento que con esto de tocar más seguido, volví a generar el boca en boca y en las redes».
Leo, como acostumbra a llamarlo todo el mundo, supo tener, años atrás, su momento de «fama», cuando lanzó el hit «Morrisey», que encantó con su melodía, sin importar género u orientación sexual. De aquellos frenéticos días a este presente más calmo, reflexiona: «No siento eso de no ser ya el ídolo pop, a veces tengo algún recaída, pero trato de que los pensamientos negativos no me invadan, yo vivo una vida que no tiene edad».
«Hay algo inevitable para mí y es que no puedo dejar de hacer música. Me he dedicado a producir otros artistas, bandas nuevas, y a la dirección de videoclips, y eso me llena de entusiasmo». Sobre esa energía es que supo construir una trayectoria y una especie de militancia con la música pop.
«¿El pop se comió al rock?», pregunto. «Siempre fue así, de hecho para mí Jesucristo es un ícono pop, los Beatles, Andy Warhol, Michael Jackson. Si hablamos en términos de música, te diría que los Rolling Stones son un ícono pop. El pop es una abreviación de lo popular».
Sobre el final, hablar de la ausencia de su gran amigo Gustavo Cerati resulta inevitable: «Los cuatros años que estuvo internado tuve la lucidez de ir a visitarlo todas las veces que pude, yo lo tenía a él como mi ídolo, como mi estrella, mi superman, y me costaba mucho ir a verlo internado, pero gracias a la hermosa familia que él tiene, dio fuerza al entorno».
Cuando ocurrió, años atrás, el accidente de Gustavo, Leo salió públicamente a hablar del tema. Sin embargo, esta vez, tuvo otra actitud. «Guardé un luto absoluto, apagué el teléfono, había tenido una mala experiencia cuando tuvo el ACV y sin querer hablé y se generó discordia alrededor. Y esta vez preferí el silencio».