Mauricio Macri llega a Davos para buscar inversiones extranjeras y lograr consenso político en el G20 de Buenos Aires

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Mauricio Macri inicia la visita a Davos con dos objetivos esenciales para su mandato presidencial: incrementar los niveles de inversión extranjera directa en la Argentina y evitar que el G20 de Buenos Aires se transforme en un campo de batalla entre las posición reduccionista de Donald Trump y la perspectiva globalizadora de la Unión Europea, Canadá, China y el Mercosur.

En este sentido, el presidente utilizará sus próximas treinta horas en esta villa alpina para convencer a CEOs vinculados a la energía, la alimentación, la infraestructura, la tecnología y las comunicaciones, así como establecer una hoja de ruta con la canciller alemana Ángela Merkel, el premier canadiense Justin Trudeau y la reina Máxima de Holanda.

Macri llega a Suiza tras un rush de veinticuatro horas por Moscú, adonde relanzó su relación política y personal con Vladimir Putin. El líder ruso había montado un proxy de su estrategia geopolítica en Argentina, por medio de créditos blandos e inversiones asimétricas que había cerrado con Cristina Kirchner. Y la llegada de Macri a la Casa Rosada encendió una luz roja en el Kremlin. Esa sensación se profundizó durante un encuentro que ambos mandatarios tuvieron en la cumbre del G20 en China. Sin embargo, la diplomacia secreta desplegada en Buenos Aires y Moscú, sumada a la colaboración de Putin en la búsqueda del ARA San Juan, operó como un eficaz paliativo para acercar a estos dos mandatarios tan diferentes.

El presidente se apalancará en su gira por Moscú para demostrar a los empresarios de Occidente que es posible hacer inversiones y negocios en la Argentina. Sus interlocutores mundiales saben que el Kremlin impone fuertes condiciones para gastar sus rublos, y si finalmente los rusos deciden invertir en emprendimientos vinculados al uranio, la agroindustria y la energía, es porque Macri garantiza que no habrá cimbronazos económicos ni abruptos cambios de regla.

No obstante esta lógica discursiva, el Presidente sabe que no es lo mismo decidir un negocio en Rusia que en una capital europea o en Estados Unidos. Putin aprieta un botón desde el Kremlin y los rublos empiezan a fluir sin necesidad de otros consensos, un escenario muy distinto a lo que sucede en las corporaciones mundiales, donde se toman en cuenta implacables variables políticas y económicas antes de girar los dólares al país elegido.

Hoy a las 9 (13 horas de Suiza), en la Casa Argentina montada en Davos, Macri almorzará con importantes empresarios para enfrentar esos argumentos corporativos que aún traban el flujo de inversiones necesarias para achicar el déficit fiscal y bajar los niveles de pobreza. El presidente insistirá con la importancia de las reformas aprobadas en el Congreso y su confianza en la estrategia trazada para aplacar la inflación núcleo, que debió ser recalibrada en la última semana de diciembre.

Una hora más tarde, Macri se encontrará con Ángela Merkel para avanzar en un plan de consenso respecto al G20 que se realizará en Buenos Aires. La canciller alemana debió hacer malabares para contener a Trump, que pretendió imponer sus condiciones de America First a la declaración final del G20 de Hamburgo. En este sentido, el presidente no quiere repetir la experiencia de Merkel y juntos trabajaran para acomodar las presiones de Trump y su particular mirada sobre el comercio mundial y la cooperación multilateral.

A continuación, Macri tomará café con Bill Gates, CEO de Microsoft y uno de los líderes mundiales que más foco ha puesto en la relación entre la lógica del trabajó y la infinita creación tecnológica. Gates y el presidente comparten un mismo pensamiento: cómo hacer para que los algoritmos, la big data y la robotización no alumbren un mundo distópico e irremediable.

Cuando Gates abandone la Casa Argentina, entraran a escena directivos poderosos de Temasek International, Total, Cargill, Coca Cola y Lloyd´s. Se trata de una reunión importante, porque son empresas vinculadas a la alimentación, a la agro exportación, la energía y los seguros. Macri pretende que estas compañías multipliquen sus inversiones en la Argentina, y la ronda de café servirá para que el Presidente describa su experiencia en Moscú y ratifique su promesa de bajar los costos operativos que aún impone el Estado a los emprendedores locales y extranjeros.

Sobre el final de la jornada, Macri regresará a la política exterior para encontrarse con Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, la reina Máxima, Mark Rutte, primer ministro de Holanda, y Alain Berset, presidente de la Confederación Suiza. Al igual que con Merkel, el presidente busca aliados para contener la posición proteccionista de Trump y sus intenciones de transformar en papel mojado el acuerdo de Paris sobre Cambio Climático. Sobre estos temas habrá una formidable batalla política en el G20 de Buenos Aires, y Macri diseña su estrategia diplomática para no repetir los errores de Hamburgo.

Por la noche, aunque el frío castigue sin piedad, el presidente cenará con la delegación y luego se refugiará en el hotel Belvedere para ajustar su discurso ante el Foro Económico Mundial, que pronunciará mañana ante poderosos empresarios y líderes políticos que están en Davos. Una nueva oportunidad para explicar que Argentina busca inversiones y apuesta a construir puentes con la sociedad global.

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