Durante un viaje relámpago a Nueva York, Mario Quintana explicó las nuevas medidas del Gobierno destinadas a cumplir con las metas del Fondo Monetario Internacional y analizó el impactó político de los cuadernos de la corrupción K. Junto al vicejefe de Gabinete se alinearon Santiago Bausili, secretario de Finanzas, y Gustavo Cañonero, vicepresidente del Banco Central, dos funcionarios que conocen todos los secretos de Wall Street. La recepción de los banqueros e inversores fue cautelosa frente a las oscilaciones del dólar, la suba del riesgo país y las complejas negociaciones para lograr que se apruebe el presupuesto nacional 2019.
«A nosotros nos preocupan las Letes y la reelección de Mauricio Macri. En ese orden de prioridades: primero las inversiones y después la política», argumentó un trader que participó de las reuniones con la delegación oficial.
Macri conoce los temores de Wall Street y por eso aprovechará su participación en la Asamblea General de Naciones Unidas para ejecutar una agenda paralela vinculada a las finanzas y la inversión. El Presidente no quería viajar a la ONU en septiembre, pero cambió de planes para ratificar a los banqueros de Manhattan su intención de sostener un programa económico que promueve la inversión extranjera aplicada a la producción nacional.
Quintana, Bausili y Cañonero se encontraron con representantes de Blackstone, Templeton, Point State y King Street, entre otros grandes jugadores de Wall Street. Los funcionarios también participaron de un almuerzo organizado por el banco HSBC. Se trató de una agenda a medida: todos los inversores son amigos o conocidos de Quintana, Bausili y Cañonero, quienes antes de asumir en la Administración Pública hacían negocios millonarios frente a una pantalla de computadora.
La tarea más pesada corrió por cuenta del vicejefe de Gabinete. Quintana debió explicar el acuerdo con el FMI, las negociaciones que se emprenden con los gobernadores peronistas para aprobar el presupuesto 2019 y el impacto político de los cuadernos de la corrupción K.
Al otro lado de la mesa, los inversores y financistas escuchaban en silencio y sólo preguntaron sobre las chances electorales de Cristina y acerca de la posibilidad de cumplir con las metas del FMI, aunque no hubiera acuerdo político con el denominado peronismo racional.
«Sabemos que la negociación del presupuesto aún está trabada. Y que la suba del riesgo país complica el acceso al crédito. Quintana se mostró optimista, pero Argentina tiene una historia de default y eso aquí (Wall Street) no se olvida», dijo a Infobae un interlocutor de la comitiva enviada por Macri.
—Si el gobierno no lograra un acuerdo con la oposición, prorroga el presupuesto 2018 por decreto. ¿Ustedes que opinan al respecto?
—A los mercados no les va a gustar. Es mejor un acuerdo político que comprometa a todos con las metas del FMI.
—¿Qué significa que no les va a gustar?—, insistió Infobae.
—Que puede subir el riesgo país y se puede devaluar el peso. Eso significa.
Antes de llegar a la vicepresidencia del Banco Central, Gustavo Cañonero fue Head Strategist y socio de SBS Fondos, y trabajó junto a Luis Caputo —presidente del BCRA— en el Deutsche Bank. Fue en la década de 1990, en plena vigencia del Consenso de Washington, el plan de privatizaciones de Carlos Menem y la ola de inversiones financieras en países subdesarrollados.
Ahora, Cañonero está sentado al otro lado de la mesa y debió explicar a los fondos de inversión de Manhattan que están haciendo con Caputo para evitar que los mercados licúen el valor del peso, aumenten los niveles de pobreza y compliquen la reelección de Macri. Era la primera vez como funcionario que enfrentaba a sus viejos amigos del after hour de Wall Street.
Cañonero fue sólido en sus argumentaciones. El ex socio argentino de Templeton, uno de los fondos inversores que visitó en Manhattan, explicó que la principal estrategia del Banco Central consiste en desarmar «la bomba» de las Lebacs, bloquear las chances de un default, e ir bajando la tasa de referencia cuando se haya estabilizado el precio del dólar.
«Sabe de lo que habla. Nosotros lo conocemos a Cañonero. Pero no se trata de él, sino de la Argentina. Un país que también conocemos», sostuvo un inversor que escuchó los argumentos del vicepresidente del Banco Central.
—¿Qué significa que «conocen a la Argentina»?— preguntó Infobae.
—Que la investigación de los cuadernos es una muy buena señal institucional, pero a su vez puede parar la obra pública. Y si se para la obra pública, habrá menos trabajo. Y si hay menos trabajo, el gobierno cae en las encuestas. Y eso significa que Macri puede perder. Y si pierde Macri, gana el peronismo. Y ya sabemos qué pasa cuando gobierna el peronismo. Ya sufrimos a Cristina…
—Pero los cuadernos complican a Cristina…
—Sí. Pero se puede presentar. Y aquí (en Nueva York), leemos las mismas encuestas que leen ustedes en Buenos Aires. Y sabemos que Macri y Cristina tienen casi la misma intención de votos. Y que los cuadernos no cambiaron esta relación numérica.
Quintana, Bausili y Cañonero aterrizaron en Ezeiza y se reportaron a sus jefes directos. Marcos Peña, Nicolás Dujovne y Caputo escucharon las novedades que trajeron de Nueva York. Y ya asumieron que Macri deberá afilar su discurso cuando viaje a Naciones Unidas, pensando en los banqueros e inversores de Wall Street. Para esa fecha se sabrá si hubo acuerdo con el peronismo y si las metas con el FMI se están cumpliendo.
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