Miles de votos en la nebulosa

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Foto: Web

Por Raúl Kollmann

Una cifra asombrosa de votos en blanco: 13.800. El doble de los registrados hace dos años en una elección mucho menos atractiva como fue la de diputados nacionales. En esa ocasión: 7981. Es cierto que en la elección de 2007, también a gobernador, hubo 16 mil votos en blanco, pero en aquel entonces no había carrera electoral, porque corría prácticamente un solo competidor: Mario Das Neves, que sacó el 60 por ciento de los votos. También este domingo resultó llamativa la cantidad de votos nulos, 3812, además de 492 recurridos y, encima, 15 urnas sin abrir, lo que representa unos 3200 votos más en la incógnita. En total, 20 mil sufragios en la nebulosa. Demasiados para una elección que se definió –supuestamente– por 1500. Para colmo, todos estos números no surgen de datos fidedignos publicados distrito por distrito y, menos todavía, mesa por mesa. Provienen de un papel escrito a máquina y hecho trascender por el secretario del Tribunal Electoral Provincial (TEP), Juan Loup Gerber, el mismo funcionario que la semana pasada anunció que todo iba a ser mucho más rápido y eficiente que en Catamarca: “A las 20.30 estarán los resultados, terminados, subidos a la página de Internet”.

Ayer al anochecer, en la dirección electoral juschubut.gov.ar, lo único que se podía encontrar era el resultado de la elección de 2010 de jueces de paz, pero cerca de las 20.30 apareció una única planilla con lo que habían distribuido en aquel papel arrugado.

Jueces, fiscales y consultores electorales coinciden en que los comicios de Chubut dejaron un enorme manto de sospecha. Y los indicios no fueron pocos:

  • El principal: el gobierno de Chubut, que venía insistiendo en un perfil tecnológico, bloqueó cualquier información sobre los comicios. Seguramente a las 20 ya no había nadie en ningún colegio electoral, todo estaba escrutado, pero ni siquiera a las 21 se dio a conocer la primera urna. El silencio fue total.
  • A las 20.30, el TEP hizo trascender que no se subirían datos a la web, con la única explicación de que “falló”. Sin embargo, se terminaron dando a conocer partes que no explicaban de dónde eran las mesas ni cuántos votos había en blanco o nulos. Ni siquiera esos partes se subieron a una página que podría haber armado en minutos un aprendiz en informática.
  • Según recuerdan los consultores electorales, el black out del domingo no registra antecedentes. Incluso en la polémica elección de gobernador de Córdoba, entre Luis Juez y Juan Schiaretti, los datos fueron públicos. Se produjo aquel corte, pero antes y después se podía seguir todo, lo que permitió hasta usar los datos para sustentar las distintas posturas en la polémica.
  • Recién después de la 0.30 del lunes se cerró el escrutinio provisorio, sin especificar de dónde son las 13 urnas que faltan escrutar. En una elección normal, tiene su lógica que hayan quedado 13 urnas sin computar, por errores en las planillas. Pero en una disputa tan pareja, resultaba clave establecer de qué distritos se trataba. Por ejemplo, falta escrutar una urna en Puerto Madryn, donde la supuesta diferencia que existe hasta ahora es de 17 votos. Para colmo, en el Frente para la Victoria dicen que en Madryn hay mil votos recurridos o impugnados, algo que no se compadece con los 492 que figuran en la planilla del total provincial.
  • Muchas horas antes, el TEP persiguió y hasta detuvo a encuestadores que estaban trabajando en dos sondeos en boca de urna. El argumento fue que esos sondeos están prohibidos. Tal prohibición no existe ni en Chubut ni en ningún lugar del mundo. No está prohibido hacer una encuesta en boca de urna, sino difundirla antes de tal hora. Ni siquiera esto último estaba vedado. Desde temprano se percibió la estrategia oficial de impedir que se recaben datos o que se colecte información.

La cifra de votos en blanco, casi 14 mil, llama la atención, sobre todo cuando se trata de una elección a gobernador, donde la población suele participar y definirse mucho más que en comicios de diputados, como los de 2009. La disputa de este domingo tenía el agregado de una competencia dura y muy pareja. Sin embargo, esta vez hubo casi el doble de votos en blanco que en 2009. Cuatro años atrás, en la anterior elección de gobernador, se registraron 16 mil votos en blanco, pero fue una contienda con sólo un competidor, Das Neves, que le sacó 40 puntos de ventaja al opositor más cercano. En aquella oportunidad, tal vez el voto en blanco era un recurso para oponerse al ganador cantado.

Consultores como Analía Del Franco, que trabajaron en Chubut en esta elección, señalan que hay una franja de la población que estaba enojada con todos los candidatos. La cifra del 5 por ciento de votos en blanco les parece muy fuera de lo esperado, pero no la descartan. También hay jueces electorales que sostienen que hay bastante voto en blanco que se produce porque muchos ciudadanos quieren cortar boleta y no lo hacen correctamente. Sea como fuere, todos coinciden en que la cifra de votos en blanco es inusualmente alta y que debe chequearse en el escrutinio definitivo.

Otro dato asombroso es que, de acuerdo con el recuento provisorio, el FpV se impuso en la elección de legisladores provinciales. Y ese dato es todavía más asombroso si se tiene en cuenta que la lista apadrinada por el gobernador Das Neves tenía a la cabeza a su esposa, Raquel Di Perna. Todos los consultores están de acuerdo en que Das Neves cuenta con una alta imagen positiva en Chubut y parecía lógico que su influencia se trasladara a su esposa más que a su candidato a gobernador, Martín Buzzi, que incluso no se sabe si ganó en la ciudad de la que es intendente, Comodoro Rivadavia. El resultado concreto es que la fuerza que hoy conduce Das Neves queda con sólo nueve legisladores contra 16 que tendrá el FPV.

Las suspicacias fueron creciendo con el increíble bloqueo de la información. Tal vez el escrutinio definitivo eche luz sobre lo ocurrido, aunque desde el punto de vista político el resultado –sea cual fuere– ya provocó un tsunami en la provincia.

Fuente: Página 12

1 Comentario

  1. Pienso que el ganador de una elección, si no duda de su triunfo y de la validez del mismo, debería aceptar sin ningún problema el recuento de votos.

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