Recuerdo como eras aquella primavera,
en que la lluvia terca no abrillantó tus brotes.
Líneas de dolor tus enredaderas
y había un camino rabia en todos los hombres.
Las jornadas de sangre estaban hechas,
más valía un hacha que la salud de un pobre,
No había mariposas, no jugaban los niños.
Duro era el binomio de árboles y hombre.
Comprendí el diminuto valor de las palabras,
son como un pájaro pisoteando estrellas
Hay que golpear sobre hechos concretos,
florecer de las cosas, superando a ellas.
Desparramando espigas se siembra cosecha.
Para levantar el muro hay que ondear las piedras.
Mientras el hombre aplasta al hombre
el bosque siembra seguirá en tinieblas.
El sol es grande, no por señor ni odio,
Sino por su profunda, genial fortaleza.
Hecha lejos mis redes para ver pecas:
En el bosque se alza una tremenda hoguera.
Autor: Blanca Irurzun
De la obra Sobre cántaro reseco agua fresca y clara.
Buenos Aires 1968