Peña y Vidal se reunieron para cerrar viejas heridas y coordinar una campaña que incluya a Macri

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(Nicolas Stulberg)

Marcos Peña y María Eugenia Vidal se encontraron durante una hora en la Casa Rosada. Volvieron a verse por primera vez casi a solas tras las elecciones primarias, en las que la gobernadora bonaerense perdió contra Axel Kicillof después de reclamar durante meses por una estrategia diferenciada de los planes proselitistas que ejecutó Mauricio Macri para obtener su reelección presidencial.

Vidal hace cargo de su derrota a la situación económica y a la estrategia que diseñó Peña, el jefe de ministros que no aceptó desdoblar los comicios provinciales, negociar una colectora con Sergio Massa o permitir el sistemático corte de boleta para evitar la catástrofe electoral que finalmente sucedió.

Del cónclave en las oficinas de Peña también participó Federico Salvai, jefe de gabinete de Vidal. Salvai -como la gobernadora- responsabiliza a Peña por la derrota de Juntos por el Cambio en las primarias del distrito bonaerense.

«Coordinación de temas de campaña», aseguraron en Casa Rosada desde ambos sectores tras el encuentro, que en la previa asomaba tirante por los intensos cortocircuitos que empezaron a trascender tras las derrota de Macri y, en especial, la de Vidal.

El enojo bonaerense con la Casa Rosada escaló desde el domingo 11 de agosto al punto de que la propia mandataria y Horacio Rodríguez Larreta, su principal aliado interno, pidieron al Presidente la cabeza de su jefe de ministros. Fue en el desayuno en la quinta de la familia presidencial, «Los Abrojos», el sábado siguiente a las PASO.

Según reconstruyó este medio, la gobernadora y los jefes de gabinete de Nación y Provincia limaron asperezas. «Se ayudó a mejorar el vínculo», confiaron. E hicieron un repaso por las campañas de Vidal y de Macri, que la semana entrante podrían confluir en una foto conjunta en la inauguración del Metrobús de Florencio Varela, en el sur del Gran Buenos Aires.

«Se conversó sobre la implementación en la Provincia del plan de la recorrida de las 30 ciudades anunciados para la campaña nacional», fue el mensaje oficial que bajó desde la administración bonaerense tras la reunión. «Coordinamos trabajar en equipo y apoyar la candidatura del Presidente desde la campaña provincial», agregaron.

En efecto, Vidal nunca tuvo en mente despegarse de la figura de Macri. Al menos no públicamente, a pesar de los enojos crecientes con la Casa Rosada, volcados en buena medida en Peña, el responsable de la campaña nacional junto a Jaime Durán Barba.

En la reunión del martes en el búnker partidario de la calle Balcarce esquina Belgrano no había participado Salvai, a pesar de que habían sido convocados todos los jefes de campaña provinciales. En el encuentro de gabinete bonaerense de este miércoles, se habló de una estrategia de «cercanía» basada en «sentimientos», sin obras y con la interacción justa con el gobierno nacional.

Distinta fue la reacción de los intendentes del PRO del conurbano que cayeron derrotados, en muchos casos por más de 10 puntos, cuando en la mayoría de sus administraciones los niveles de adhesión aún permanecen altos. La crisis económica arrasó con los pronósticos electorales.

En las horas posteriores a las primarias, la propia gobernadora dio vía libre a los intendentes a que «hagan lo que tengan que hacer» para retener sus distritos. Pero por lo bajo. Sin estridencias. Durante la semana, por ejemplo, circularon afiches de Martiniano Molina, de Quilmes, con fondo azulado, el color que identifica al Frente de Todos.

Parte del encuentro de esta tarde en Casa Rosada sirvió en ese sentido para bajar tensiones. Es que Macri tiene previstos entre sus recorridas por la provincia de Buenos Aires -el nuevo estilo de campaña oficializado a principios de semana que se inicia el sábado 28 en Barrancas de Belgrano, en la zona norte de la Ciudad- localidades como Mar del Plata, Bahía Blanca, Vicente López, San Isidro o La Plata.

En esa línea, el Jefe de Estado empezó esta semana a recibir intendentes a solas, algo inusual, para tratar de calmar a la tropa y buscar que el corte de boleta no sea tan evidente.

El martes fue el turno de Nicolás Ducoté, de Pilar, justo en el día de su cumpleaños. No lo había recibido nunca a solas. En los próximos días seguiría con el resto. Incluso con su primo Jorge Macri y con Néstor Grindetti, a quien conoce desde la época de SOCMA, habla lo justo y necesario.

La semana próxima, el Presidente podría tener además encuentros con algunos de los candidatos «sin tierra» de la Provincia. Muchos de ellos creían hasta el domingo 11 de agosto que tenían chances de desterrar a los caciques del PJ de algunos distritos del conurbano. Quedaron enterrados sin reacción por la avalancha de votos del Frente de Todos.

Al mediodía, en tanto, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, había almorzado en una conocida parrilla de Retiro con su amigo Emilio Monzó. Suelen almorzar con frecuencia.

Hicieron un repaso por la actualidad política, según el entorno de los comensales, y por la elección de la Ciudad: el jefe de Gobierno está abocado full time a la caza de votos, con especial dedicación en el sur, en los barrios carenciados que la administración local empezó a urbanizar, como la 31 o la Rodrigo Bueno. Cree que puede ganarle a Matías Lammens en primera vuelta.

Monzó y Rodríguez Larreta son dos de los integrantes del oficialismo que piensan, de todos, en el 10 de diciembre. Aún no lo van a decir, pero se imaginan sentados en un mismo ámbito con Vidal, Juan Manuel Urtubey, Rogelio Frigerio y Martín Lousteau, entre otros. Uno de esos dirigentes la llama, eventualmente, «la mesa de los moderados».

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