Surgió el oro blanco de esta tierra áspera. Los campos se envolvieron en la sabana de los algodonales y las arcas aumentaron sus caudales. Pero los cercos se abrieron a los niños y la miseria arrinconó la carne tierna en la aguda angustia de la explotación humana.
Las manitos suaves se hirieron entre las hojas rugosas y los pies desnudos encallecieron en el contacto de los terrenos ásperos.
Batallones de niños cosecharon la espuma blanca de los algodonales dejando la blancura de sus fuerzas infantiles pegada a los surcos..
Como bestias rendidos ya antes de ser hombres,los he visto marchar con las bolsas al hombro , en los atardeceres, subrayando el último esfuerzo del dia; y su enorme carga les hacía parecer jibosos, defornes, como fantasmas.
Desfile de niños, pero no el de las soñadas rondas infantiles que habrían de alegrar los campos con aleteo de pájaros, sobre las colinas y en las abras entre los surcos, entre los bosques. Desfile de niños jibosos; desfile de fantasmas…
¡Tierra! estoy resentida contigo. Tú eres madre; tú que engendras el árbol y el pasto, el fruto y la flor, contribuyes a poner un eslabón más en la cadera de la explotación humana para que ciña la ronda impía de los niños que trabajan.
No puedo resignarme a ver en las madrugadas , a la hora en que los pájaros cantan y todo despierta a la vida, el desfile de los pequeños cosechadores aún cansados que van a sumar el cansancio de una nueva jornada.
Yo quiero que los niños corran por el campo florecido, levantando la cabeza para ver elevarse el barrilete que lleva un mensaje de amor a las nubes.
Yo quiero que los niños tengan las manos suaves para hacer caricias blandas. Yo quiero que anden por los surcos; pero cazando mariposas. Yo quiero oirles reír alegremente y no quejarse de cansancio. Yo no quiero que se sume a la cosecha, la cosecha de sus fuerzas.
Y he de ponerme de pie y mi boca ha de entonar un canto de protesta para que las mujeres todas perciban el dolor de los niños del campo y respondan y respondan al grito de su entraña sacrificada en la vida y entonces diremos asi:
SURGIÓ EL ORO BLANCO EN LA TIERRA DEL SOL;
MÁS LA ALEGRÍA Y LA ESPERANZA QUE SU LLEGADA TRAJO,
CORTADA FUE POR EL EGOÍSMO DE UNOS POCOS.
QUEREMOS QUE LOS ALGODONALES SEAN EL BLANCO TAMIZ DE NUESTRA HARINA,
EL MANTEL DE NUESTRA MESA,
EL SAYAL DE NUESTRO CUERPO,
PERO NO LA MORTAJA DE NUESTROS HIJOS.
BLANCA IRURZUM
OCTUBRE 1937
REVISTA «VERTICAL»
Funte. omar estanciero