Valeria Sabalain tenía apenas 18 años de edad cuando se cruzó con Diego Maradona en El Cielo, uno de los boliches porteños más emblemáticos de la década del ´90. Por entonces, el jugador estaba casado con Claudia Villafañe y era padre de Dalma y Gianinna. En realidad, hacía tiempo ya que la Justicia lo había obligado a darle su apellido también a Diego Junior, nacido de su relación con la italiana Cristiana Sinagra. Pero, en esa época, él lo negaba como descendiente. Y en los medios de todo el mundo se jactaba de la hermosa familia que había logrado formar junto a quien fuera su novia de Villa Fiorito y “las nenas”, cuyos nombres llevaba tatuados en sus brazos.
Pero es evidente que la fidelidad nunca fue una virtud del futbolista. Así que, apenas la vio, Maradona activó la maquinaria necesaria como para poder entablar un vínculo íntimo con Sabalain. ¿Cómo lo hizo? Según se supo, habría utilizado de intermediario al jefe de seguridad de la disco en la que la había conocido, para invitarla a una cena en la casa de Guillermo Coppola, quien por entonces era su mánager y su “hermano del alma”. Y fue justo allí donde, después de compartir un par de tragos, Valeria y Diego comenzaron una relación.
Claro que la situación no era nada fácil. Además de ser un hombre casado, Maradona era el hombre más famoso de la Argentina. ¡Y del mundo! Por ende, cada vez que quería ver a Valeria, la llamaba y la citaba en la casa de alguno de sus amigos. Así estuvieron tres meses, con encuentros clandestinos en los que todo parecía andar de maravillas entre ellos. Sin embargo, cuando la joven se enteró de que había quedado embarazada y se lo comunicó a uno de los colaboradores de Diego, él no la llamó más.
Jana nació el 4 de abril de 1996. Valeria la tuvo sola y, a los ocho meses, comenzó una demanda de filiación para lograr que la niña llevara el apellido de su padre. El astro se negó a hacerse la prueba de ADN en tres oportunidades. Pero, en el año 1999, la Justicia determinó en base a testimonios y otras pruebas aportadas por la joven que la niña era hija de Maradona. Y estableció una cuota alimentaria que la misma Villafañe se encargó de depositar cada mes en la cuenta de Sabalain.
Con 19 años y una beba, Valeria siguió adelante con su vida. Nunca quiso aparecer en los medios e hizo todo lo posible por intentar resguardar a su hija. Quería evitar que la niña sufriera al sentirse rechazada por Diego. Así que, aunque llegado el momento le explicó quién era su papá, la mantuvo alejada de él y de su mediático entorno. Después, volvió a formar pareja y tuvo a su segundo hijo, Tadeo. Pero fue recién varios años más tarde que conoció a Guillermo Filmus, el gran amor de su vida. Y, finalmente, logró tener la familia con la que siempre había soñado.
Lo cierto es que, cuando llegó a la mayoría de edad, fue la misma Jana la que le pidió conocer a Maradona. Corría el año 2015. Valeria estaba de compras con ella en un afamado shopping de Palermo, cuando se enteró a través de una periodista que el jugador se encontraba entrenando en un gimnasio de la zona. “Si no lo conozco ahora, no lo voy a conocer más”, cuentan que le dijo la joven a su madre. Y ésta aceptó acompañarla hasta el lugar, sin saber cuál sería la reacción del ídolo al verla. Pero, en cuanto la tuvo enfrente, Diego supo que era una de las suyas. Y se fundió con ella en un abrazo, que se mantuvo hasta el día de su muerte.
Al poco tiempo, Valeria se instaló junto a su pareja y su hijo menor en Ibiza, donde llevan adelante un emprendimiento relacionado con las actividades turísticas. Y Jana comenzó a viajar con Maradona, aunque siempre mantuvo su domicilio fijo en la Argentina. Así, la joven logró generar un buen vínculo con Diego Junior, a quien Maradona reconoció públicamente un año después que a ella. Y con Dieguito Fernando, el pequeño que el astro tuvo con Verónica Ojeda. Sin embargo, nunca logró relacionarse con las hijas de Claudia.
Es verdad que, al principio, Sabalain se preocupó por cómo este rotundo cambio de vida podía llegar a afectar a Jana. Pero enseguida se dio cuenta de que la educación que le había dado a su hija había dado sus frutos. Y que la joven no se dejaba encandilar por el brillo que rodeaba a su padre, ya que a pesar de los flashes y la opulencia, seguía siendo la misma chica simple y respetuosa de siempre. Así que se sintió feliz de que, por fin, todo se hubiera encausado.
La noticia sobre la muerte de Diego la sorprendió estando en su casa del Mediterráneo. Y, una vez más, Valeria se negó a atender a los periodistas que intentaron contactarse con ella. Se dice que, por estos días, tiene pensado arribar a la Argentina para contener a Jana, quien está devastada tras la pérdida de su padre y no quiere hablar con nadie. Sin embargo, tal como lo hizo siempre, quiere mantenerse al margen de los escándalos que, aún después de su fallecimiento, siguen girando en torno a la figura de Maradona.