En una extensa entrevista con revista Viva, Sara Stewart Brown, la mujer de Jorge Lanata contó cómo se preparó para donar su riñón, destacó el apoyo que recibió de la ex del periodista y relató una impactante historia de su pasado.
La pareja del conductor de El Trece, aclaró que antes de la operación se interiorizó sobre el tema. «Me informé, no lo hice de arrebatada», advirtió. «No es que dije: ‘Me voy a entregar, hago lo que sea por Lanata y no me importan las consecuencias’. Averigüé si iba a estar bien, qué vida iba a llevar, cuánto dura un riñón», agregó.
Hoy, recuperándose del trasplante cruzado (ella le dio su riñón a un joven de 22 años y la madre del muchacho le donó su riñón al periodista) del cual fue parte el 28 de marzo, expresa esperanza a quienes están esperando recibir un órgano: «El mensaje es: podés donar, no pasa nada, seguís tu vida».
Por otro lado, al recordar cómo logró superar la lucha de Lanata hasta llegar a ser trasplantado, Sara resaltó la ayuda que obtuvo de la ex del conductor. «Somos una familia ensamblada que funciona muy bien. Andrea (Rodríguez) sigue trabajando con Lanata. Bárbara, la hija de ellos, cuida de Lola. Yo puedo descansar en otra gente, somos pocos y nos tenemos, formamos una red de contención común, que en éstos casos se activa. Siempre que Lanata se internó, a la primera persona que llamé fue a Andrea. Y ella siempre respondió», destacó.
Al ser consultada sobre qué la motivo a donar, Sara respondió: «Lo hice porque lo amo». Además, rememoró que él la ayudó – mucho antes de estar en pareja – a encontrar su identidad.
«Cuando nos conocimos, sin tener aún una relación estable, él se asombró con mi historia y me impulsó buscar a mi mamá biológica. Yo había hecho un intento por el lado del hospital, pero no había tenido éxito, no sabía cómo avanzar», detalló.
«Él primero le pidió a Estela de Carlotto la lista de bebés que se creían apropiados en 1975, que no fueron muchos, pero los hubo. Yo no estaba ahí. Después, él me contactó con Atilio Alvarez, entonces presidente del Consejo Nacional del Menor y la Familia, y ellos hicieron como una cosa más lenta, activaron un protocolo, llamaron al Registro Nacional de las Personas, me acercaron la colaboración de una licenciada, me ofrecieron hacer análisis, prepararme por si del otro lado no me querían conocer. Llegaron a mostrarme mi legajo personal, donde estaba la impresión de mi piecito al nacer, el nombre de ella (su mamá), su DNI, y el dato de que había tenido otro hijo, dos años mayor, mi hermano biológico. Me anoté el número de documento y un amigo de Jorge la buscó en el padrón electoral, una base de datos que en esa época no circulaba por Internet como ahora. Me consiguieron la dirección, fui a esa casa y no había nadie», agregó.
Si bien en ese ocasión no tuvo suerte, no bajó los brazos. «Yo quería conocerla, hacerle preguntas, así que, en las elecciones de 1997, la esperé seis horas al lado de la urna donde ella tenía que votar, en una escuela de Laprida y Paraguay. Y ahí la vi. Yo había votado esa mañana en Quilmes, bien temprano, y dos amigas me hicieron guardia en el colegio de ella. Llegué a las 10, ella apareció a las 16. Verla fue un flash», sentenció.
Por último, Sara contó que una vez recuperada completamente planea volver a correr profesionalmente. «Estoy anotada para la maratón de Nueva York en noviembre, quizás haga algo antes, la maratón de Río de Janeiro en julio, pero vamos a ver cómo me voy sintiendo. Los médicos me dijeron que espere un mes y ahí veremos. Estoy en plan de carrera otra vez y me siento muy bien», concluyó.