Sus ojos se humedecían cuando volvía a caminar por las calles de La Banda

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Foto: La Banda Diario

A un año de su despedida de la vida terrenal de la profesora María de las Nieves Salido de Martínez, compartimos uno de los relatos de esta gran docente y escritora bandeña.

«Se escucha la campanilla y Cleopatra, una exhalación gris por encima de los cajones y corre hacia el portón.  Por el camino del parral, bajo un dosel de racimos dorados entraba el panadero. Mientras pesaba el pan le desmenuzaba un bizcocho a la gata que se restregaba marrullera en el pantalón blanquísimo. Detrás del alumbrado, el suri corría a grandes zancadas y enredaba el pico, enfurecido, entre los agujeros.

atraídos por el delicioso aroma del pan caliente, nos acercábamos. Ya habíamos recorrido la quinta con los dedos pringosos por las primeras brevas. Como todos los días, Pirulo estaba con mis hermanos, con los bolsillos llenos de bolitas y las hondas colgadas del cuello. Hacía los mejores barriletes, les ponía la cantidad justa de engrudo sin «empacharlos»

Se llamaba Tomas Franco, como el aviador que había unido Europa con Buenos Aires. Alumno brillante y militar por vocación, por los vaivenes de la política, volvió a la vida civil. En Goya fue funcionario y Presidente de la Asociación Sanmartiniana. Siempre volvía a La Banda. Sus ojos se humedecían cuando caminaba por sus calles. El recuerdo vivo de esa tierra. El reflejo en las palabras y los tiempos. El resurgir de la alegría juvenil y el buen humor al evocar la adolescencia feliz en la quinta.

Un día nos llego la noticia de su muerte. Allá quedaban su esposa, sus hijos, sus nietos acongojados.

Aquí sentimos una profunda tristeza»

María de las Nieves Salido de Martinez

Fuente: Voces y Sonrisas de Nostalgia

 

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