“A la gente hay que darle lo mejor”.

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Foto: La Banda Diario

El Padre Pierre oró varias veces por la persona enferma a la que pidió que lo ayudara rezando los Salmos cuatro veces al día y comulgando con la mayor frecuencia posible, de preferencia todos los días. La persona sanó completamente y el problema no se repitió hasta el día de hoy.

 

Después de esto comenzamos a asistir los domingos a la Alabanza Perfecta – que se rezaba en la parroquia de Cristo Rey – la cual continuaba con la Santa Misa celebrada por el P. Pierre. Así empezamos a conocerlo y admirarlo más.

 

Su Personalidad

 

Nos sobrecogía ese respeto y adoración conque alababa a Dios y la unción conque le cantaba. Nos emocionaba profundamente la devoción conque celebraba la Misa y repartía la comunión. Era conmovedor ver a ese sacerdote entregado en cuerpo y alma al servicio de ese Dios en el que realmente creía y al que procuraba servir con todo su corazón, con toda su alma y con cada instante de su vida.

 

Amaba entrañablemente a la Iglesia, al Santo Padre , a su Obispo y a sus hermanos sacerdotes. No permitía que nadie, por ninguna circunstancia, hablara mal de un sacerdote en su presencia. Nos enseñaba a amar y respetar a nuestros párrocos; nos instaba a colaborar con ellos y a orar por sus necesidades e intenciones.

 

Su profunda devoción por la Eucaristía que lo había llevado a formar ese grupo de personas que adoraban a Jesús sacramentado todos los días a la 15 – la ALABANZA PERFECTA – y éste su amor por sus hermanos y hermanas consagrados, lo llevó a fundar – en 1991 – las LIGAS EUCARÍSTICAS, a las que – profundamente mariano – puso bajo la advocación de María Inmaculada y María Asunta .

 

Quiso el Señor que fuésemos llamadas a colaborar con estas Ligas, cuyos integrantes dedicaban una hora a la semana a adorar a Jesús Eucaristía pidiendo en forma especial por los sacerdotes, religiosos y seminaristas. A partir de entonces comenzamos a tratar al Padre Pierre más de cerca.

 

Quería que todos los sacerdotes se sintiesen amados y recordados en sus aniversarios, para lo cual encargó a los integrantes de las Ligas Eucarísticas que se ocuparan de hacerles llegar una tarjeta o un telegrama y, de ser posible, un regalo, para el cumpleaños y el aniversario de ordenación sacerdotal de cada uno de los sacerdotes de la diócesis.

 

Su mayor debilidad, aparte de su Dios, era la gente, a la que le daba todo: su tiempo, su oración, su dinero. Siempre repetía: “A la gente hay que darle lo mejor”. Por eso se esmeraba en todo lo que constituía su servicio: la preparación de sus sermones, de sus charlas, de la formación intelectual y moral de las personas que debían prestar servicio durante las ceremonias religiosas, incluyendo la forma adecuada de vestirse para prestar cada servicio; de la redacción y presentación de las cartas que enviaba mensualmente a los integrantes de las Ligas Eucarísticas: no le bastaba conque fueran una fuente permanente de consejos, de enseñanzas, de catequesis, de amor fraterno; quería que fuesen, no sólo agradables al corazón, sino también a la vista; por eso insistía en que tuviesen una presentación lo más bonita posible, y nos pedía que las hiciéramos llegar personalmente a cada destinatario.

 

El esmero que ponía en el servicio a Dios y a la gente comenzaba con su propio aspecto personal, que era siempre impecable, pues pensaba que si para presentarnos ante un rey o un presidente sin duda nos arreglaríamos lo mejor posible, mucho mejor había que prepararse y acicalarse para servir al Rey de reyes y Señor de señores.

 

A todas las personas que habían tenido alguna atención para con él tenía la gentileza de enviarles una tarjeta de salutación para las fiestas, en cuya confección ponía lo mejor de sí. Su finura y su delicadeza eran exquisitas.

 

Extremadamente generoso y obsequioso, se sentía muy agradecido con la gente que colaboraba con él en el trabajo de la parroquia o en la conducción de las instituciones. Por eso cuando reunía algún grupo de trabajo en la parroquia o en su casa particular, siempre tenía una torta o una caja de bombones o caramelos o cualquier cosa con qué agasajarlos en agradecimiento por ese tiempo extra que dedicaban al Señor.

 

Su capacidad de trabajo era realmente extraordinaria, y como nos resultaba muy difícil seguirle el tren, él nos alentaba diciendo: ¡fuerza!” ¡“Adelante, hombre”! ¡“Adelante, mujer”…! ¡Él era, realmente, un servidor que entregaba a su Dios y a su prójimo las 24 horas de cada día!

 

Su alegría permanente, desbordante y contagiosa nos trasmitía fuerza y entusiasmo para emprender cualquier trabajo, aunque éste pareciera superar ampliamente nuestras fuerzas, como sucedió con el IX Congreso Eucarístico Nacional (del 29 de agosto al 4 de septiembre de 1994): nos convenció de que no importaba si no nos sentíamos capaces; bastaba que estuviésemos disponibles y con entusiasmo, el resto, el 99% del trabajo lo haría el Señor… y así fue…

 

El Poder de la Oración

 

Ponía permanentemente su acento sobre la importancia de la oración, nos enseñaba a orar los unos por los otros y a confiar en el poder de esta oración, recordando las palabras del Señor “Donde dos o más estén reunidos en mi Nombre, allí estaré Yo” ¡y los frutos de esta oración se veían!: recuerdo una vez que llegó hasta nosotros – allá por 1993 – acompañado de una joven recién casada a la que debían extirparle el útero y los ovarios. Ella sufría pensando en que jamás podría tener un hijo. Había ido a buscarlo al Padre Pierre, y él, después de orar por ella, nos pidió que nosotros también lo hiciéramos. Aún recuerdo que oramos pidiendo la intercesión de la Santísima Virgen. No volvimos a saber de ella por un tiempo hasta que un día, después de la Misa, vimos a una chica que se nos acercaba llorosa, “¿Se acuerdan de mí? – preguntó – ¿Se acuerdan que me iban a operar y jamás podría tener hijos? – sí, le respondimos – Pues quiero agradecerles porque después de que el Padre Pierre y Uds oraron por mí fui al médico y me dijo que estaba sana, que no era necesario operarme.” No es a nosotros a quien tienes que agradecer sino al que te sanó – le dijimos señalándole el Sagrario – Y ella se dirigió hacia allí…

 

“Donde dos o más estén reunidos en mi Nombre, allí estaré Yo” – dijo Jesús – y evidentemente estuvo, y escuchó la oración, y se conmovió de la tristeza de la joven esposa, y puso su mano…

 

 

María A. Argüello

 

Si alguna persona quisiera dar su testimonio sobre alguna curación realizada después de que el Padre Pierre hubiese orado por ella, le rogamos escribir este testimonio incluyendo su nombre y apellido, dirección y teléfono. Presentarla EN SOBRE CERRADO, dirigido al PBRO. JULIÁN MARÍA CUEVA, y entregarla en el Obispado SOLAMENTE al Sr. ARISTÓBULO IBAÑEZ.

Fuente: http://www.alabanzaperfecta.com.ar/

 

2 Comentarios

  1. La verdad , yo entiendo la devocion que muchas personas tuvieron y tienen con el padre Pierre pero nobleza obliga decirlo en la decada del 80 forme parte del grupo misionero de la parroquia de Lourdes y muchos jovenes se fueron cual el dispuso que debian pasarse a Accion Catolica-Los jovenes en ese entonces le pidieron otra posibilidad y no les dió.

    De todos modos y hecha la salvedad , porque creo que en vivo o muerto las cosas deben decirse tal cual son, acepto y creo todos esos jovenes misioneros que se fueron de la parroquia de Lourdes las disculpas ofrecidas por el padre Pierre en su postuma carta

  2. El Padre Pierre, como lo conocía toda su comunidad, ha sembrado en mi familia su devoción Mariana, su amor por la Virgen (sobre todo por la advocación de la Virgen del Valle). Esperaba ansioso la llegada del 8 de Diciembre, porque celebraría la inmaculada concepción.Los que hemos tenido la suerte de haber charlado con Él sabemos lo reconfortante que fue.Con mi familia hemos participado en celebraciones, peregrinaciones, bendiciones, siempre que Dios lo dispuso estuvimos siguiendo a nuestro Pastor. Que Dios lo tenga en la Gloria.

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