«Fue la primera vez que estuve a punto de aplaudir adentro de la cancha, pero para el otro equipo. Si no hubiese sido un partido importante, lo hubiera hecho. No se puede hacer un gol así». Estaba ahí, con los tapones sobre el césped, cuando Héctor Enrique le dio el pase al pie a Diego Maradona, con tufillo a intrascendente. Pero el astro surgido de Argentinos Juniors lo transformó en «asistencia»: se subió al barrilete cósmico y dibujó, tras un eslalon de 60 metros que incluyó dejar gateando a Peter Shilton, «el mejor gol de todos los tiempos», al decir de Gary Lineker, testigo privilegiado de la obra.
Claro, el detalle es que su presencia se dio con la camiseta adversaria en aquel duelo de cuartos de final entre Argentina e Inglaterra en México 86. «Maradona era un fenómeno, podía hacer cosas con el pie que no se pueden hacer», completó en una entrevista que brindó al diario Olé en 2006.
La frase podría haber sido tomada como una afrenta para un país con evidente rivalidad con Argentina, partiendo de un futbolista referente de aquella selección que, además, terminó como máximo anotador (seis conquistas) de aquella Copa del Mundo que alzó el equipo que dirigía Carlos Bilardo. Pero a Gary le brota ese amor espontáneo por el juego, por los que lo honran con su brillo eterno.
«Vamos Argentina. Una Copa del Mundo sin Messi sería erm… una Copa del Mundo sin Messi». No hay error de tipeo. Un inglés, que sudó esa camiseta, alentando abiertamente a la Selección a partir del lazo empático de la admiración. Casi una herejía para los más fundamentalistas de la chicana. «Donde está Messi hay esperanza», insistió, desde su cuenta de Twitter (@GaryLineker), sentado en la madrugada de Gran Bretaña frente al televisor, sufriendo con Ecuador-Argentina, el partido que decidió la plaza de la Selección para Rusia 2018.
«Viene la hora, viene el Messías», sentenció, en tanto el ídolo del Barcelona, el capitán del elenco que entrena Jorge Sampaoli, gritaba por uno, por dos, por tres, hasta extinguir la duda por la apertura del marcador de los ecuatorianos y retirar por ventanilla los pasajes al Mundial. Pero Lineker es consecuente con lo que dicta su corazón, su fanatismo.
«Creo que Messi es puro talento. Parece que siempre sabe qué hacer en todas las situaciones. Quizás esté rodeado, pero él encontrará por donde salir o entregar un pequeño pase», le hizo su reverencia en una de las tantas veces en las que intentó definir al 10 de la Selección.
Para pasar en limpio: Gary Lineker es inglés. Una gloria del fútbol inglés. Ex delantero y depredador del área, fue Balón de Plata en 1986 y Balón de Bronce en 1991. Surgió en el Leicester de su país, pasó por Everton y Tottenham; jugó tres años en Barcelona (otra coincidencia con Maradona y Messi), se retiró en el Nagoya Grampus de Japón. Disputó dos Mundiales: México 86, donde quedó hipnotizado con su colega Diego Armando, e Italia 90.
A los 56 años, el ex atacante no se reinventó como entrenador, manager o representante de futbolistas: eligió el periodismo y es uno de los presentadores más famosos de su país en la BBC, un referente de opinión. Y ese rol, y el link con las Copas del Mundo, lo llevaron, ni más ni menos, a ser elegido como el conductor de la ceremonia del sorteo del Mundial de Rusia, que se desarrollará el próximo viernes 1 de diciembre. Las pruebas lo detalan: será inevitable, entonces, que Gary sienta cierto cosquilleo cuando empiece a delinearse el grupo de Inglaterra… Y también el de Argentina.
Más allá de sus sentimientos por el fútbol argentino, Lineker es un personaje rico por mérito propio. Es el autor de una frase ya célebre sobre el deporte que lo ocupa. «El fútbol es un juego simple: 22 hombres corren detrás de un balón durante 90 minutos y, al final, los alemanes siempre ganan», firmó, en relación al poder de la selección teutona a lo largo de la historia, y le plagiaron el concepto en continuado. También protagonizó una apuesta que dio la vuelta al mundo. Como quedó consignado, el ex delantero hizo sus primeros goles en Leicester. Y, en la temporada 2015-2016, la institución que lo vio florecer peleaba el campeonato contra las grandes potencias hecho que, más allá del deseo, hizo descreer a Lineker de las posibilidades del equipo que dirigía el italiano Claudio Ranieri. En consecuencia, apostó que si su ex club se consagraba, aparecía en cámara en calzoncillos. El epílogo es conocido: contra los pronósticos, Leicester dio la vuelta olímpica. Y Lineker debió cumplir con su palabra.
Pero, fiel a su estilo, lo que pudo ser una situación embarazosa terminó transformándose en un negocio. Hoy, por ejemplo, es la figura de una publicidad en la que ironiza con aquella apuesta y aparece en paños menores. También suele opinar fuerte y enfrascarse en diferentes polémicas vía redes sociales y en su programa. Ocurrió hace poco, por citar un caso, con el nivel de Karim Benzema en el Real Madrid. «¿Soy yo o Benzema está sobrevalorado? Un gol cada muchos partidos en un equipo tan fuerte como Real Madrid no es nada especial. Decente, no genial», tiró la bomba hace poco más de un mes. La prensa madridista le cayó fuerte. Tras el último partido de Champions ante Apoel, Lineker aceptó la levantada del compañero de Cristiano Ronaldo: «Dos goles para Benzema. Ha vuelto».
Pero volvamos a su hechizo con Argentina, con sus cracks. De Maradona siempre dijo, hasta la irrupción de Messi (al que hoy considera superior), que «es el mejor jugador de la historia, con diferencia». En 2006, en ocasión del Mundial de Alemania, logró entrevistarlo ya en su rol de periodista. Y en 2014 fue el ídolo argentino el que compartió un análisis sobre el la Copa del Mundo de Brasil en su programa «De zurda». Allí diseñaron un maravilloso paso de de comedia. Al final de la parte seria, cuando Maradona buscó estrecharle la mano, Lineker (autor del gol del descuento en aquel 2-1 en México 86), le preguntó, entre risas, cuál era la «Mano de Dios», con la que el «Diez» convirtió el controvertido 1-0 parcial. Después, para rematar el gag, subrayó: «Pero el otro gol fue el mejor de todos». En Rusia se volverán a reunir durante el sorteo: Maradona será uno de las estrellas encargadas de sacar los nombres de las selecciones de los bolilleros.
Con Messi tiene una devoción al borde del exabrupto. O del otro lado, directamente. Luego de una de las tantas brillantes actuaciones del capitán de la Selección en Barcelona, Lineker opinó: «Messi produce más en un partido que yo en toda mi carrera». Y, como si el rendimiento superlativo del rosarino lo obligara a autoflagelarse, redobló la apuesta: «Messi me hace dar cuenta de lo mierda que era como futbolista». El tuit donde emitió la sentencia se hizo viral: recolectó 26.000 RT.
El mundo del fútbol conoce el éxtasis que le produce a Gary el mejor Messi. Cesc Fábregas, por ejemplo, cuando fue invitado a uno de los programas del ex atacante, le llevó para congraciarse una camiseta de Barcelona firmada por Lionel. También se dio el gusto de filmar una publicidad con el astro argentino. En la misma se lo ve a Messi jugando al metegol, mientras el hoy presentador disfruta un paquete de papas fritas plácidamente en su sillón. El sonido crujiente tienta al hombre de Barcelona, que le acierta en la cabeza con la pelotita y le saca el botín. Pues bien, el viernes 1 de diciembre, Lineker estará al frente de la ceremonia que determinará la suerte de la Selección en la fase de grupos del Mundial. Habrá que ver si la buena energía del inglés más argentino, por lo menos, incide en la gambeta al siempre temido «Grupo de la muerte».