Por Crístian Ramón Verduc
“¡Ay! Ciudad de La Banda, romántica y hermosa…” (Ciudad de La Banda, vals de Pablo Raúl Trullenque y Cuti Carabajal). La ciudad que está en la margen izquierda del Río Dulce, frente a la ciudad de Santiago del Estero, el Domingo 16 cumplirá cien años.
Con toda justicia conocida como Cuna de Poetas y Cantores, La Banda se viste de fiesta en estos días y brinda música, canto, danza y poesía a vecinos y visitantes, con una intensidad superior a la habitual.
Acostumbran decir que el Río Dulce nos separa a los habitantes de la ciudad de Santiago y los de La Banda, pero que los puentes nos unen. Alejandro Iñíguez suele decir: “El río nos une”.
Orgullosos de su procedencia, muchos oriundos de La Banda afirman: “No soy santiagueño, soy bandeño”. Lo dicen un poco en serio y un poco en broma, pero no deja de ser una aclaración válida.
La expresión “Banda” se usa para definir orilla de un río. A la izquierda del Río Uruguay, o mejor dicho a partir de la orilla que está al Este del Río Uruguay, está el país hermano llamado Banda Oriental del Uruguay. En la provincia de Tucumán, sobre la margen izquierda del Río Salí, está la ciudad de La Banda del Río Salí. La ciudad de La Banda en Santiago del Estero está “al otro lado del río” si miramos desde la ciudad de Santiago. Está en la banda opuesta.
Hace unas cuantas décadas, Don Domingo Antonio Bravo venía desde La Banda a la ciudad de Santiago para dictar cursos de quichua y hacer su audición radial Áshpap ‘Rimaynin. En 1.969, Don Sixto Palavecino sugirió a Felipe Corpos invitar al Profesor Domingo Bravo para integrarse al proyecto de una audición quichua que tiempo después se concretaría y luego llamarían Alero Quichua Santiagueño. El Profesor Bravo hacía el discurso de apertura de cada ciclo radial del Alero. Después se haría cargo del Curso Elemental de Quichua, secundado por las docentes Isabel Garnica de Pappalardo y Silvia Bernasconi. La Profesora Silvia Bernasconi es bandeña.
Desde los comienzos del Alero Quichua, venía desde La Banda la quichuista Lucía Cejas, que vivía por el pasaje Misiones. Era llamada “la socia número uno del Alero”.
Don Fortunato Juárez compartió vivencias con la gente del Alero en distintas épocas del grupo nativista, desde los tiempos en que el Alero estaba encabezado por Felipe Corpos, Don Vicente Salto y Don Sixto Palavecino, hasta unos años después de haber recorrido la provincia y viajado a Buenos Aires con el grupo dirigido por Don Carlos Maldonado. En sus últimos años, Don Fortunato vivió en el bandeño Barrio Mishqui Mayu con Doña Francisca Roldán, su esposa, a la que en el Alero llamábamos Betty, mientras que Don Fortu le decía también “La Panchita” o “La Thatcher.”
Desde La Banda solían venir a los Domingos de Alero Quichua por radio o a participar de las presentaciones en distintos escenarios, el excelente cantor Reynaldo Rodríguez con el guitarrista Hugo Hoyos. Cuenta Reynaldo que Hugo solía reclamar por que Felipe Corpos pronunciaba su apellido en el modo santiagueño, como si fuese “Hoios”. Reynaldo Rodríguez siguió deleitándonos con su calidad interpretativa durante varios años más, hasta que sus actuaciones de fin de semana con un grupo musical de bailes le hizo difícil cruzar el puente en la mañana dominical.
El cantor, escritor y difusor folclórico Eduardo Manzur se hizo bandeño al mudarse para el Barrio Mishqui Mayu hace décadas. Eduardo ha sido muy cercano a Felipe Corpos y conoce la historia del Alero Quichua de los primeros tiempos. El cantor y autor Carlos Orieta, que fuera integrante fundador de Los Fogoneros, vivió los últimos años de su corta vida en el barrio Parque Industrial Ampliación, La Banda.
Un grupo de quichuistas llegó a formar el Alero Quichua de La Banda. Eran Don Roque Coria, Don Víctor Robles y otras personas. Con todo respeto se acercaron a las reuniones en la peluquería de Don Sixto para exponernos su intención de formar un Alero Quichua y se integraron completamente a nuestro grupo. Era gente mayor y ya han fallecido varios de ellos. Don Roque Coria fue Vicepresidente de nuestra Comisión Directiva.
El quichuista Cándido Bravo venía a dialogar en las audiciones radiales y con gran placer invitaba a cada integrante del Alero a su casa de La Banda para festejar su cumpleaños. Era la ocasión en que compartíamos mesa y música con los artistas bandeños Luis Penida, Martín Rodríguez y tantos otros. Doña Luisa de Hoyos era una dama bandeña que acompañaba al Alero en todas sus manifestaciones.
El excepcional cantor criollo Don Emiliano Hoyos y su esposa, Doña Manuela, venían desde El Cruce para participar de las actividades del Alero Quichua, ya sean las audiciones radiales, peñas folclóricas o viajes. Llegó a cantar en una presentación televisiva de todo el grupo. Elpidio Herrera decía que Don Emiliano debía llamarse Máximo Hoyos por que era lo máximo, que en Atamishqui aumentaban el volumen de la radio cuando cantaba Don Emiliano Hoyos. Ya no se escucha su cantar ni su particular acompañamiento de guitarra. Era lo máximo y ya no lo tenemos, ha fallecido hace bastante tiempo, demasiado tiempo…
El cantor y autor Armando Santillán nos ha regalado su arte en varias ocasiones, al igual que la cantora Jovita Subire, también el dúo de Las Hermanas Carabajal, “El Zurdo” Bernasconi que venía desde La Dársena y el cantor y autor Juan Quiquinto. Son gente de La Banda que debe reaparecer en nuestra audición radial.
Don Florentino Lemos venía a dialogar en quichua cada Domingo. Ha sido Presidente de la Comisión Directiva del Alero Quichua. Acompañado por toda su familia, Don Lemos nos enseñaba a ser responsables y prudentes. Ahora escucha el Alero por radio desde su casa, en la calle San Carlos.
Otra agradable presencia bandeña era la del maestro quichuista Delfor Godoy, que entablaba interesantes diálogos bilingües en los Domingos de radio. El Maestro músico Alberto Ávila venía hasta hace poco desde Rubia Moreno para hacer su aporte tocando cada vez algunos de los siete instrumentos con los que antes había llevado la música argentina por países del Hemisferio Norte.
Hay folcloristas bandeños que han participado del Alero Quichua Santiagueño siendo niños o adolescentes, como Néstor Garnica, que solía venir con su guitarra a cantar y luego estudió violín para llegar a ser un referente nacional, o como Daniel Heredia (El Pulpo) que ha sido parte de nuestro grupo hasta que ha llegado a ser grande. Un Domingo de éstos han de reaparecer en el Alero; no es fácil para los artistas que actúan en las noches de Sábado. El guitarrista y cantor Daniel Toledo ha participado junto con su familia, y hemos compartido experiencias valiosas tanto en Santiago como en otras provincias, siempre a la sombra del Alero. Daniel vivía en la Avenida Bolivia Sur. Ahora vive en Tucumán.
La cantora Alicia Pereyra se ha integrado al Alero Quichua cuando era estudiante secundaria. Es particularmente agradable ver a Alicia cantando o bailando. Durante varios años ha acompañado en guitarra a Don Sixto Palavecino por distintos escenarios. Con El Payo Oroná ha formado un dúo de gran calidad vocal. Ahora dirige la Escuela de Arte y Cultura Sixto Palavecino en la Avenida Bolivia Norte.
El dúo de Los Hermanos Domínguez solía participar del Alero Quichua en la radio y en peñas. Luego formaron el conjunto Las Voces de Hoy, con el que adquirieron compromisos de actuaciones en distintos escenarios, pero no dejan de hacer visitas cancioneras a la audición radial cada vez que pueden.
Ana María Campos viene cada Domingo desde la calle Ameghino, su labor es conducir la audición radial junto con Rubén Palavecino. Ha participado de un Congreso de la Lengua Quechua y Aymara en el Perú. En esa época (años ’90) se integró a nuestro Alero y después llegó a ser parte fundamental del grupo.
A mediados de los años ’70 se incorporó al Alero Quichua el autor y cantor Alejandro Iñíguez, que vive en Villa 9 de Julio. Es un luchador del canto tradicional; desde chico incentivó a familiares y amigos para la práctica del folclore, trayéndolos además a la audición radial para hacer su aporte. Ha formado el conjunto Las Voces del Mishqui Mayu, los cuales junto con él y parte de su familia han sido fundamentales en la construcción de la sede social del Alero. Alejandro Iñíguez se ocupa de que no falte canto quichua en la audición y en las actuaciones.
El clodomirense Avelardo Chaparro vive en La Banda desde su adolescencia, época en que comenzó a cantar folclore argentino, especialmente la música litoraleña en el conjunto de Domingo Rodríguez. Cuando se acercó al Alero Quichua en los años ’70, “Chaparrito” cantaba chacareras, gatos y escondidos para integrarse musicalmente al grupo. Cuando a comienzos de este siglo era prácticamente el único que cantaba todos los días Domingo en el Alero, comenzó a intercalar el chamamé entre sus interpretaciones, para luego pasar a ser el chamamecero del Alero Quichua.
Marcelo Salvatierra estuvo en el Alero siendo un changuito, junto a su maestro Don Fortunato Juárez. Años después volvió, integrando dúo Los Antiguos con El Chino Blasco. Ahora Marcelo es solista, incursiona en el canto quichua y está cada Domingo acompañando en guitarra a todo el que lo necesita, mientras forma nuevos cantores y guitarreros en el Barrio Mishqui Mayu.
El Chino Blasco es un bandeño tradicionalista convencido y vehemente a la hora de defender sus ideas. Es otro impulsor del canto tradicional en el Alero Quichua. Su compañero de dúo es Juan Domingo Mena, también de La Banda.
Doña Dolores Sayago es quichuista, participa de las audiciones de los días Domingo desde hace muchos años y vive en La Banda. Un día después del cumpleaños número 100 de la ciudad, ella cumplirá 101 años. A su edad, Doña Dolores aún baila con elegancia y no se pierde fiestas.
El famoso poeta y escritor Jorge Luis Borges no era bandeño ni vivió en La Banda, pero cabe mencionar una afirmación suya en este homenaje a la ciudad y a los bandeños del Alero Quichua Santiagueño: “En toda nómina, lo primero que se ve son las omisiones”.
Felices cien años, ciudad de La Banda, Cuna de Poetas y Cantores