La historia es conocida. Una mujer muy sensual (en algunos casos comprometida con un amor) aguarda en un bar. Un hombre musculoso, con anteojos y campera de cuero entra al lugar. El juego de seducción comienza. La música empieza a sonar y las palabras se combinan con los acordes. «Quiero tocar tu piel», «Hacerte mía», «Escapémonos juntos», «Hagamos que esta noche sea especial», propone él. Las miradas se hacen sentir. Poco a poco se acercan. Quedan frente a frente. Las miradas siguen latentes. La tensión crece.
«Quiero sentir tu boca», «Tus labios con los míos», «Desatemos la pasión», son las intenciones del galán. Ella cae en sus encantos. Él la besa y nada más importa. Se entregan al amor.
La escena se repite -con diferentes atenuantes (con tomas más o menos ardientes)- en cientos de videos de numerosos artistas. Son las reglas de la industria. Son las reglas que impone el marketing de la música: un hombre que desea conquistar a una mujer.
Seguramente para crear la fantasía en el público (mayoritariamente femenino) de poder sentirse esa mujer.
Patricio Arellano se animó. Se jugó por sus valores: vivir la vida con libertad. Y protagonizó un videoclip con un contundente mensaje: una música romántica no tiene un único destinatario. Puede ser de un hombre a una mujer, de una mujer a otra mujer o de un hombre para otro hombre.
En el videoclip Nuevo Sol (el segundo corte de lo que será su cuarto disco de estudio), el artista se muestra apasionado y a los besos con otro hombre (el actor Eliseo Barrionuevo, su compañero en Franciscus). «Me di cuenta que con la música busco entretener, pero también tengo un rol como comunicador. Con esa intención hice este material. El mundo avanza y está necesitando nuevos emergentes dentro del arte, que hablen con más identidad. No hablar solamente de la forma más convencional del amor», expresó a Teleshow.
Arellano explicó que aún hoy, en un mundo más igualitario, siguen existiendo prejuicios y él intentó dar su aporte para vencerlos: «Estoy sorprendido de las repercusiones del video y me siento orgulloso porque muchos celebran algo así. Pocos artistas se atreven a reflejar nuevas formas de amar en el arte. Muchas personas todavía viven sus sentimientos en la oscuridad y necesitan este tipo de cosas que los motivan a aceptarse y a vivir el amor en libertad».
«El mundo ha aceptado a las personas que piensan diferente. Y tenemos el matrimonio igualitario, pero, al mismo tiempo, pasa lo que pasó en Orlando (el atentado de Omar Saddiqui Mateen en el bar gay Pulse) o un chico se suicida porque sus padres no lo aceptan.
El mundo no es abierto y tolerante como debería. Todavía hay mucho por cambiar. Y creo que la única manera de lograr esos cambios en la sociedad es por medio del arte, de la música, del teatro, desde cualquier expresión artística», añadió.
¿Por qué jugarse? ¿Por qué cambiar la fórmula que rige a la mayoría de los artistas románticos? ¿Por qué arriesgarse? ¿Por algo personal? «No tiene que ver con un cambio en mi vida. Yo sigo siendo igual. Yo hago música para llevar un mensaje. Para entretener principalmente, pero también para hablar de lo que necesito hablar. No lo hice como una búsqueda de un resarcimiento personal sino para representar la voz de otros que no tienen voz».
Al intentar encontrar la razón o el interés detrás de la industria por imponer estándares de relaciones únicamente entre los sexos opuestos, el cantante señaló: «Yo hice videos con mujeres y los seguiré haciendo. Esto me pareció algo distinto. Quizás puede ser que la mayoría de los artistas tengan incorporada la vieja doctrina de la música de actuar en bares, grabar un disco y hacer un videoclip con una chica linda. Hoy creo que esas estructuras deben romperse. Hay un nuevo paradigma y está buenísimo que el mundo pueda ver ese nuevo paradigma».
No hay más palabras. Solo un beso. Algunas caricias y sonrisas. Amor entre dos hombres que se profesan el mismo amor que un hombre y una mujer. Arellano se arriesgó. Entendió lo que la industria aún no entendió. Apostó al amor. A un amor más amplio. Tan amplio como su público.