Malos vientos soplan sobre Francisco, y el poder divino no parece alcanzar para que reluzca a pleno el Anillo del Pescador…
A las fuertes presiones del ala conservadora vaticana por sus audaces decisiones, y a las críticas por su presunta preferencia política por el «kirchnercristinismo», inspirada en su remota militancia en la dura facción peronista Guardia de Hierro, acaba de sumarse una denuncia que desata, como en la famosa película, la tormenta perfecta.
Según la Asociación Italiana de Víctimas de Sacerdotes Pedófilos, el papa Francisco, a pesar de sus públicas y fogosas palabras de condena contra esas repugnantes prácticas cuyo estigma jamás se borra, conocía desde el 2014 las repetidas denuncias contra Nicolás Corradi y otros tres curas que viven en nuestro país: Giovanni Granuzzo, Luigi Spinelli y Eliseo Primati.
En total, la denuncia recae concretamente sobre catorce monjes pedófilos.
Recordemos…
El escándalo estalló apenas hubo clara certeza de los horrores padecidos por los niños y adolescentes sordos del Instituto Próvolo de Mendoza, sometidos por años a abusos sexuales dignos de las páginas del Marqués de Sade.
Según la Asociación Italiana de Víctimas de Sacerdotes Pedófilos, Francisco no recibió una sino… ¡tres! cartas que claramente relataban las diabólicas andanzas de los catorce, y nunca tomó el toro por las astas.
Sobre llovido, mojado.
Francesco Zanardi, presidente de la red «El Abuso», defensora de las víctimas de curas pedófilos, envió un documento a la Procuraduría de la República de Verona (aquella de los jóvenes amantes Romeo y Julieta y su tragedia, creados por William Shakespeare). Y no habla allí sólo de las denuncias en tres cartas ignoradas por Francisco.
Asegura que «tres expedientes y decenas de documentos demuestran que las autoridades eclesiásticas conocían el caso de los curas pedófilos del Próvolo, y que en pocos días estarán en manos de los dos fiscales argentinos que investigan al cura Nicolás Corradi».
En su escrito, clava una pica en Flandes: «Las innumerables denuncias presentadas por las víctimas no están en concordancia con la declaración de ‘tolerancia cero’ exigida por el papa a toda las jerarquías eclesiásticas. Hasta ahora no hubo una respuesta clara frente al gravísimo problema».
Para mayor precisión: la primera de las tres cartas le fue enviada a Francisco el 20 de octubre de 2014, con copia al obispo de Verona, Giusseppe Zenti, y a la Congregación por la Doctrina de la Fe: la antigua Inquisición y sus horrores, fundada por Pablo II en 1542.
Y luego, dos veces más en 2015.
Y por si poco fuera, el 28 de octubre de ese año, Giusseppe C., una de las víctimas del Próvolo, puso su caso por escrito en las manos de Francisco…
Zanardi no oculta su furia ni ahorra munición:
«Escuchar a Francisco declarar que ‘la Iglesia llora por el dolor causado por los sacerdotes’ es ultrajante para las víctimas y para todos los que todavía confían en la Iglesia, que sigue protegiendo su imagen a cualquier costo, y le importan un bledo las víctimas y las asociaciones que las tutelan, con las que siempre ha rehusado cualquier forma de diálogo. Si Francisco quiere, de verdad, enfrentar seriamente el problema, tiene una única manera: imponer a los obispos la obligación de denunciar, y confiar esos casos a la autoridad judicial de los países donde son cometidos esos crímenes».
Pero no sólo hay cartas y expedientes. También imágenes…
Las denuncias ante Francisco sobre las atrocidades sucedidas en el Próvolo durante años, fueron acompañadas por un video hecho público en 2014. Allí, varias víctimas le exigen al Papa una respuesta.
Sin resultado.
Silenzio stampa.
Pero las otras voces no se acallan.
En diciembre último, Sergio Cavalieri, el abogado de la víctima más joven del Próvolo, le dijo a Infobae TV: «Es improbable que el papa no estuviera al tanto de lo sucedido con Corradi y los otros tres curas derivados a la Argentina. ¿Cómo puede ignorar denuncias de pedofilia contra… ¡27 sacerdotes! Sobre todo porque una comisión del Vaticano, en 2001, investigó nuestra denuncia, que ya era pública en el mundo entero. Basta entrar en Internet para enterarse»
Aunque por momentos el caso parece entrar en un cono de sombra, o de sordina, es evidente que Francisco y la Iglesia católica toda están cerca de una hoguera.
Como aquellas de la Edad Media en que esa iglesia hacía arder lo mismo a culpables que a inocentes.
Las víctimas de uno de los curas pedófilos exigen al papa Francisco «actos, no palabras»
A continuación dos párrafos textuales de la carta que recibió en mano el papa Francisco:
«Respondemos a su carta del 23 de septiembre del 2014, pero lamentablemente debemos señalar que el comportamiento de la Iglesia no se encuentra absolutamente en línea con la «tolerancia cero» del papa Francisco».
«Dicho comportamiento nos lleva a pensar que a la Iglesia no le interesa ninguno de los sufrimientos provocados por los sacerdotes que han abusado de los niños sordomudos, sacerdotes que llevan su vida con normalidad, sacerdotes que no se disculparon nunca con las víctimas, sacerdotes que no han demostrado jamás arrepentimiento alguno y que la misma Iglesia trata de dejar pasar el tiempo con la esperanza de que todo sea olvidado».