El 1ro de marzo fue una fecha de inflexión para el albertismo. Después de dos años de espera, después de la Asamblea Legislativa, a partir de esta semana empezarán a haber movimientos claros para darle el primer impulso a una fuerza política que impulse la reelección de Alberto Fernández en 2023.
Luego, las acciones tomarán más fuerza a partir de la elevación al Congreso de acuerdo con el FMI, que está trabado por diferencias con el staff del organismo en torno a los porcentajes de quita de subsidios y las presiones del kirchnerismo. El Gobierno espera presentarlo en las próximas horas, después de semanas de dilación, y poner en marcha el armado proselitista para los próximos dos años.
Más allá de la demora en la presentación del pacto en el ámbito legislativo, para el albertismo el punto de quiebre era el discurso de Alberto Fernández en la Asamblea Legislativa, anteayer. Ese mismo día se activaron definitivamente los mecanismos que venían aceitándose desde diciembre en conversaciones virtuales, y, a diferencia del año pasado, cada vez más seguido, presenciales. Con esa perspectiva se organizó una marcha con foco exclusivo en el Presidente, con carteles inéditos que rezaban, entre otras consigas: “Fuerza Alberto”. De esa movilización participaron organizaciones sociales afines al jefe de Estado, principalmente Movimiento Evita y Barrios de Pie; la CGT; y el MUP; entre otras. No se vieron banderas de La Cámpora, que, como esperaban, se negó a formar parte de la convocatoria.
En los próximos días empezará a haber novedades sobre el despliegue de un nuevo espacio albertista. La primera señal será un mitin de Agenda Argentina, el colectivo de intelectuales albertistas del que forma parte Callao, que tendrá lugar en la sede del PJ nacional, el próximo sábado. En el edificio de la calle Matheu, en el centro porteño, representantes de los 22 grupos de pensamiento planean armar una hoja de ruta de acciones y encuentros en todo el país “para consolidar está segunda etapa de gobierno y el modelo de desarrollo y crecimiento”. El eje rector, aseguraron fuentes del espacio, será el discurso que brindó el Presidente ante el Congreso.
Mientras tanto, Alberto Fernández impulsa reuniones casi a diario con representantes gremiales y gobernadores del PJ, que plantean sus necesidades provinciales, y reciben respuestas y promesas del Presidente. En las últimas semanas estuvo con Ricardo Quintela, con Ricardo Jalil, con Oscar Herrera Ahuad; con Gustavo Melella; con Gustavo Bordet, y con Osvaldo Jaldo, y conversó por teléfono con varios otros.
En el despliegue inicial del albertismo intervienen, además de Cafiero, los dos principales alfiles del Presidente en el Gabinete, Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, enfocados principalmente en la articulación con los intendentes del conurbano, donde reina Máximo Kirchner como presidente del PJ bonaerense. Al igual que el presidente del bloque del Frente de Todos en la Legislatura porteña, Claudio Ferreño, titular del Partido del Trabajo y la Equidad (ParTe), que formó parte de la plaza, el martes, y ya trabaja para la reelección.
El armado se produce en medio de las crecientes complicaciones en la interna en el Frente de Todos. Los ánimos están caldeados a niveles similares a los de los días posteriores a las PASO, según acotan en Gobierno. Principalmente, por las presiones del ala kirchnerista en el Congreso sobre el pacto con el FMI, que provocan fuerte malestar en la Casa Rosada. Máximo Kirchner y su tropa en Diputados; y Cristina Kirchner en el Senado; amenazan con la quita de apoyos, e inclusive manejan la posibilidad de no contribuir al quórum o de votar en contra, mientras que en Balcarce 50 aspiran, de mínima, a que se sienten en sus bancas y se abstengan.
De hecho, en la Casa Rosada atribuyen la demora en el ingreso del acuerdo por la mesa de entradas de la Cámara de Diputados justamente a las señales negativas de parte del kirchnerismo. “No estaban los números en el Senado, por eso hubo que frenarlo”, dijeron en el entorno de Alberto Fernández. Tenían el proyecto casi listo y debieron frenarlo a último momento.
Hoy, el Presidente depende para la aprobación del endeudamiento, en gran medida, de la oposición de Juntos por el Cambio, donde también hay diferencias entre el sector intransigente del Pro, por un lado; y el radicalismo y la Coalición Cívica, por el otro.
La Asamblea Legislativa escenificó con claridad la diversidad de miradas en ambos espacios. En el caso de la oposición, ante las críticas directas de Alberto Fernández durante su discurso por la toma de deuda, el ala dura del interbloque se retiró en masa del recinto. En el del oficialismo, las señales de discordancia se manifestaron en las ausencias de Máximo Kirchner, que se quedó en el Sur con la excusa de que era el primer día de clases de su hija, y de Wado de Pedro, el ministro del Interior y principal representante de La Cámpora en la Casa Rosada, que viajó a España por una feria de móviles.
El Presidente confía en el apoyo de los gobernadores, movimientos sociales y agrupaciones afines para lograr los votos necesarios. Para eso necesita fortalecerse. El éxito del acuerdo con el FMI, desde su aprobación hasta su puesta en marcha, será el principal condicionante para el segundo tramo de su mandato. Por eso, levantó el pie del freno que presionaba desde que asumió y dio el visto bueno para que avancen las acciones para impulsar una fuerza en torno a su figura.
Brenda Struminger/Infobae