Noche larga, la séptima del Festival Nacional de Folklore de Cosquín. Y si bien en su longitud navegó por lo previsible, al final no se privó de ofrecer algunas sorpresas y por supuesto muchos momentos de euforia y entusiasmo.
Como era de prever, Jorge Rojas fue el patrón de la plaza. Y no sólo porque su presencia motivó un lleno total -el segundo en lo que va del festival-; o porque necesitó de cordones de seguridad para la entrada y la salida del artista; o porque despertó suspiros femeninos en las plateas y fue blanco de flashes de camaras fotográficas desde todos lados. Rojas fue el patrón de la plaza, sobre todo, porque ofreció un show efectivo y contundente, bien pensado para entretener y emocionar.
Secundado por una banda sólida y versatil y una puesta precisa que se sirvió de bailarines, imágenes y juegos lumínicos, Rojas combinó lo nuevo con lo viejo de su producción, que a su vez alterna lo folklórico con varias formas de la balada sentimental. El inicio con Murallas, Para cantar he nacido y el nuevo Uno mismo, excitó a una plaza que ardía. Junto a sus hermanos Lucio y Alfredo, Rojas cantó, bailó y habló, para establecer esa comunicación estrecha y casi familiar con un público dichoso de poder cantar y bailar con él.
La noche que en la arenga de Marcelo Simón había comenzado encomendándose a la tradición del festival, continuaba con uno de esos momentos en los que la tradición se prolonga en el futuro.
Rojas dejaba una plaza candente y sobre ese fierro batió el conjunto salteño Guitarreros, que en la apertura de la noche pudieron interpretar en escena el Himno a Cosquín junto al ballet. El conjunto que supo ser revelación en la edición del cincuentenario, apeló a la proverbial garra salteña de sus cantantes para impresionar y a un repertorio que no tuvo reparos en llegar a la cumbia para divertir.
Sobre esa línea siguó Amboé, antes de que la delegación de Santa Fe ofreciera la primera sorpresa de la noche, con la presencia de Soledad. Enseguida, Juan Iñaki presentó Cosquín en la piel, el tema ganador en el Pre Cosquín en la categoría Canción inédita. El tema de Pancho Cabral y Jorge «Perita» Luna, resultó un candidato firme a quedarse con el premio Revelación.
Angela Irene, sobria y elegante desplegó un repertorio que era para otra noche y al final recibió un poncho coscoíno por sus 35 años ininturrumpidos en el festival, antes que Cuti y Roberto trajeran otra sorpresa en la noche larga: los santiagueños invitaron a los que faltaban para formar Carabajales.
La plaza llena del inicio se despoblaba lentamente y la noche además de ser larga comenzó a ser fría. A las tres de la mañana, la fatiga se notaba en rostros y paciencias y quedaban muchos números todavía. Los artistas iban pasando por el escenario Atahualpa Yupanqui como en una especie de cadena de montaje, con actuaciones breves, sin posiblidades de mayores desarrollos y mucho menos de un bis. Así, artistas como la buena cantante cuyana María Eugenia Fernández, el excelente pianista Joel Tortul o el notable Gustavo Patiño, no tuvieron el espacio y el marco que hubiesen merecido.
A esas horas de la madrugada, todos los gatos eran pardos.
Fuente: La Voz del Interior