Ganan terreno los «bots» frente al declive de las aplicaciones

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Para ellos el declive de las apps puede abrir espacio a la era de los bots, como se denomina a los sistemas interactivos, automáticos o semiautomáticos, programados con reglas de estilo predefinidas y elaboradas por alguien para brindar un servicio como pedir una pizza o comprar una entrada al cine, por ejemplo.

«Las apps están desapareciendo. Algunos dicen que los bots las van a remplazar y otros dicen que aún no se sabe qué las va a desaparecer. Son opiniones, lo que es cierto es que las apps están desapareciendo», analizó en diálogo con Télam Maximiliano Contieri, desarrollador de software y fundador de Conversa Lab.

«Para nosotros, la evidencia muestra que se va a ir para este lado -el de los bots-, porque además vemos que los ‘monstruos’ (como Facebook, Google, Apple, Microsoft) van para ese lado. Eran empresas que vivían de sus tiendas de aplicaciones y ahora ven que ahí hay una burbuja», continuó.

Tras el lanzamiento de la App Store de Apple (julio de 2008) y de Google Play de Android (agosto de 2008), el furor por el desarrollo de aplicaciones tomó un fuerte impulso en 2011, cuando prácticamente todos los negocios de mediano a gran tamaño lanzaron su aplicación.

Según recordaron en un artículo Contieri y su socio Andrés Augspach, cofundador de Conversa Lab, las empresas se lanzaron al mundo de las aplicaciones incluso sin tener bien en claro qué utilidad tendrían.

«Se trataba de no quedarse afuera de la última novedad en experiencia del usuario. Todo este cambio produjo grandes oportunidades que dieron luz a una nueva generación de aplicaciones y de juegos», escribieron, y recordaron que estos desarrollos «se convirtieron en la niña mimada del mercado».

Sin embargo, desde el punto de vista tecnológico comenzó a pesar cada vez más la brecha entre los grandes costos de desarrollo y mantenimiento de las apps y los beneficios que reportan. «Pasa que las empresas ponen mucha plata para desarrollo y la gente no las baja, por lo que se invierte cada vez más plata en publicidad para que la gente las instale, y no las instalan», sostuvo Contieri.

Este escenario tiene como excepción a las aplicaciones de las grandes plataformas como «Facebook, la más descargada de todas», WhatsApp (con 1.000 millones de usuarios mensuales activos), Facebook Messenger (900 millones) y Twitter (300 millones)», entre otras.

Tras el lanzamiento de la App Store de Apple (julio de 2008) y de Google Play de Android (agosto de 2008), el furor por el desarrollo de aplicaciones tomó un fuerte impulso en 2011
Pero con el paso del tiempo las aplicaciones «perdieron todo sentido de novedad» desde el punto de vista del usuario: «Las personas antes se descargaban más apps. Ahora lo hacen menos: nos casamos con cinco apps, que son distintas para cada uno, pero suelen ser cinco. Es una tendencia mundial», explicó Contieri a esta agencia.

Datos de diversos estudios citados por Conversa Lab muestran que las personas suelen eliminar las aplicaciones a poco de descargarlas: el 75% se eliminan en los primeros tres días de uso y el 90% dentro de los 30 días.

Esta tendencia a la desaparición de las aplicaciones «se viene dando en Estados Unidos y en Asia desde hace dos años, y en Argentina está empezando», indicó el especialista, lo que abre «un nuevo paradigma».

Y una oportunidad para empresas y desarrolladores de subirse al éxito de las aplicaciones masivas y ofrecer, dentro de ellas, sus servicios, como comprar un pasaje a través de un chat automático en un sitio web o pedir una docena de empanadas desde la página que un delivery puede tener en Facebook.

«El éxito de las plataformas de chat hace de éstas un lugar donde los bots ven su campo de juego, brindando no solo una nueva forma de interactuar sino un asistente virtual que pueda facilitar la vida diaria», indicaron los desarrolladores, y explicaron que interacciones simples como «reservar un taxi o comprar un producto se hacen mucho más ágiles, sin problemas de espacio en el disco, consumo de memoria en el celular o notificaciones invasivas».

Todo esto sin tener que buscar una app, descargarla y poner los datos personales para pedir el taxi y luego hacer lo mismo con otra aplicación para comprar un producto.

«Nosotros no ponemos los bots en la web, sino en otras plataformas. Nos subimos a los canales existentes a través de una ventana de chat. El cliente final no tiene que instalar nada sino que usa la app que ya tiene, y el bot está adentro», graficó Contieri.

Según explicó, «cualquier servicio que tenga una lógica de negocios bien elaborada, puede tener un bot, sea que estén en el e-commerce, retail, delivery o gestión de contenidos», entre otros.

Para las empresas los costos entre bots y apps son los mismos, ya que el precio depende de la complejidad del desarrollo, indiferentemente de la plataforma.

Contieri dijo que por el momento, para que los bots se masifiquen «hay un problema de adopción, cultural, que tiene que ver con que aún la gente no está acostumbrada. Pero se está probando y de acá de a un tiempo se van a ver en todas partes».

Fuente: Telam

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