La formoseña Emilce Sosa, exjugadora del seleccionado argentino de vóleibol, conoció a la brasileña Milka Madeiro cuando compartieron equipo en Pinheiros, de San Pablo: primero fueron amigas y compañeras que peleaban por el mismo puesto en la cancha, rápidamente se enamoraron y en 2018 se casaron en Herradura, provincia de Formosa.
«Gracias a la ley argentina cumplimos nuestro sueño», reconoció Mimi Sosa en diálogo con Télam desde Río de Janeiro, donde reside. «Muchos pueden pensar que fue todo rápido porque nos casamos después de un año y un mes de estar juntas. Pero para nosotras fue un paso muy importante. Que el matrimonio igualitario sea legal hace tantos años en mi país nos ayudó a cumplir un sueño».
Criada en la comunidad wichí Lote 1, a 600 kilómetros de la capital de Formosa, donde sus padres fueron maestros rurales, Sosa siempre se sintió apoyada por su familia.
«En Brasil no existe ese derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo como en la Argentina, pero en cuanto a la homofobia son países muy parecidos. Por suerte en ninguno de los dos lados pasamos dificultades por nuestra orientación sexual, pero sabemos que es muy difícil cuando no tenés el apoyo de tu familia», explicó la exjugadora de Las Panteras, olímpica en los Juegos de Río de Janeiro 2016.
«La química que hubo entre nuestras familias fue fundamental para tomar la decisión de casarnos. Yo descubrí mi orientación sexual a los 18, se los conté a mis viejos y lo aceptaron. Cuando Milka lo habló con sus padres, vino su mamá Zorinei, me abrazó y me dijo que me amaba como si fuera su hija. Hasta el día de hoy mi mamá y mi suegra se comunican e intentan aprender el idioma para poder charlar», agregó Sosa, de 32 años.
Pocos deportistas varones de alto rendimiento hablan abiertamente de su orientación sexual en la Argentina. Lo hicieron, por caso, el voleibolista Facundo Imhoff y el basquetbolista Sebastián Vega.
No ocurre lo mismo en el deporte femenino, donde muchas reivindican su ser lesbiana, desde Macarena Sánchez, la cara visible de la lucha por la profesionalización del fútbol femenino en el país, hasta la regatista Cecilia Carranza, oro olímpico en Río 2016 en dupla con Santiago Lange.
Para «Mimi» Sosa, el deporte masculino «sufre más porque vivimos en un mundo muy machista. Siempre pienso ‘¿Por qué los gay tenemos que hacer pública nuestra vida, si a los deportistas heterosexuales no se les pregunta porqué lo son?’ Creo que todo tendría que ser más normal, más natural».
Después de tomarse un año sabático del vóley para desarrollar un proyecto de Educación Financiera y Desarrollo Personal para atletas, Sosa se está entrenando para volver a jugar en algún club carioca cuando termine la pandemia. Brasil es uno de los países más afectados por el coronavirus, con más de 70.000 muertes.
«Tengo muchas ganas de volver a jugar. Hace un par de meses me empecé a entrenar al máximo todos los días porque creo que la cuarentena me dio otra chance de volver a ponerme al 100%. Estoy muy motivada y con muchas ganas. Milka ya empezó a moverse en Sesc (Río) con su equipo. A todas las jugadoras les hicieron el hisopado y dieron negativo, por suerte», comentó Mimi, que lleva tatuada la frase wichi “Otetsel ta n’am talakis” («Mi historia, mis raíces») en el brazo derecho y los anillos olímpicos con el logo de Río 2016 en la muñeca izquierda.
Con respecto a Las Panteras, quienes a principios de este año consiguieron la plaza para los Juegos Olímpicos de Tokio (segunda vez en la historia para el vóleibol femenino argentino), Mimi Sosa opinó: «La renovación le hizo bien a la Selección».
«Las chicas entraron a comerse la cancha y eso habla muy bien del nivel de Las Panteras en los últimos años. La experiencia y la juventud de hoy es una muy buena combinación», añadió la central, que se retiró del seleccionado en 2018.
Fuera del vóley, la formoseña aseguró: «Tenemos una vida tranquila. En este momento, estar encerradas nos obligó a reinventarnos. Yo comencé a emprender en negocios digitales y Milka invierte en la bolsa de valores. Estamos construyendo nuestra casa en Ipuiuna, Minas Gerais, aunque ahora volvimos a Río porque Milka (26 años) juega acá».
Su proyecto de familia incluye hijos. «El sueño de ser mamá siempre está. Por el tema de que yo vuelva a jugar lo dejamos para más adelante. Creo que tengo algunos cartuchos más para quemar antes, je», cerró Sosa.
Fuente: telam