Maduro desafía al Papa y abre una Constituyente con poder absoluto

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Nicolás Maduro culminó ayer el avance sobre el Parlamento 20 meses después de su estrepitosa derrota electoral, en un claro gesto de desafío contra el país, la comunidad internacional y, en especial, contra el papa Francisco.

Horas antes de la instalación de la Asamblea Constituyente, nacida de unos comicios en los que se infló la asistencia en un millón de votos, el Vaticano pidió al presidente venezolano que suspendiera la jura de los asambleístas por fomentar un «clima de tensión». «La Santa Sede pide a todos los actores políticos, y en particular al gobierno, que se asegure el pleno respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, como también de la vigente Constitución», dice el comunicado.

En su declaración de ayer, el Vaticano insistió en la necesidad de volver al diálogo, pero partiendo de la carta que Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, envió a fin de 2016 a Maduro. En ella se recordaban los incumplimientos gubernamentales: cronograma electoral, devolución al Parlamento de sus poderes, la libertad de los presos políticos y la apertura de un canal humanitario. Ocho meses después no se avanzó ni un solo centímetro en esos cuatro puntos.

Poco le importaron al «hijo de Chávez» las palabras de Francisco, pese a las cientos de veces que usó su nombre. El presidente siguió adelante con su plan, cuyo principal objetivo es instalarse en el poder total, incluso a costa de situarse en una dimensión desconocida.

La Venezuela real sufre a espaldas de la cúpula revolucionaria y en medio de la mayor crisis económica, social y política de su historia, que devora sus bolsillos y sus sueños.

En el intento de contrarrestar el reclamo llegado desde el Vaticano, el oficialismo dispuso que un sacerdote católico madurista bendijera la instalación de esta asamblea ilegal. «¡Cómo un padre puede negarse a bendecir la paz que pide todo el pueblo», arengó Numa Rojas mirando hacia Roma.

Tal y como estaba previsto, la juramentación de los 545 delegados de la Constituyente pasó por encima del Parlamento legítimo, decididos a convertirse en el Comité de Salud Pública de la revolución bolivariana, con «poderes plenipotenciarios» y como si de los nietos de Robespierre se tratara. Una mezcla de soviets con elementos estratégicos aportados por los asesores cubanos del «hijo de Chávez».

«El presidente del pueblo, Nicolás Maduro, se hizo gigante el día de hoy, creció sobre sí mismo y entregó el poder al pueblo», teatralizó Delcy Rodríguez, nueva presidenta de la Constituyente, que debutó en su cargo agradeciendo a su gran mentor. «Aquí no hay crisis humanitaria, aquí lo que hay es amor», aseguró la ex canciller, algo que incluso buena parte de los chavistas no comparte, más allá de a quién consideren culpable de la mayor inflación del planeta, de la caída de 12% que se espera para su PBI este año y de la devaluación por minutos que sufre su moneda.

«Empezaremos a actuar desde mañana (hoy hay sesión convocada en el mismo salón), no se sorprendan. Vamos compañeros, a la renovación constitucional», advirtió Rodríguez, ataviada con su traje rojo favorito, entre salvas de aplausos constantes y reiterados. El jefe del Estado no compareció en el Salón Elíptico, pero acompañó la ceremonia a través de sus redes sociales: «Hoy comenzamos a escribir la historia de la Venezuela heroica de libertad y paz».

Un acto lleno de símbolos porque el pueblo no les sobra. «¡Volvió, volvió, volvió!», repetían los cánticos dentro y fuera del salón de los constituyentes al paso de las imágenes de Hugo Chávez y Simón Bolívar, que Henry Ramos Allup, ex presidente de la Asamblea Nacional legítima, mandó retirar el año pasado.

El Parlamento legítimo reaccionó ante la apisonadora estatal, pero su voz sonó débil, abrumada por la nueva situación y tras la toma de las instalaciones por la militar Guardia Nacional. «La Asamblea continuará sesionando y trabajando desde el Palacio Federal Legislativo en defensa de la Constitución y la democracia. Evidente fraude constituyente busca alargar la agonía de una dictadura fracturada en el poder. Ni el pueblo ni el mundo lo permitirá», comunicó el órgano parlamentario a través de sus redes sociales.

La oposición intentó congregar a sus fieles al otro lado de la ciudad, al tanto de que la represión se lanzaría contra ellos. Al menos había recibido una buena noticia horas antes: el Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) regresó a su vivienda a Antonio Ledezma, alcalde metropolitano de Caracas y prisionero político desde 2014, tras permanecer esta semana en la prisión militar de Ramo Verde.

La marcha, formada por unos pocos cientos de seguidores, vivió algo parecido a un funeral de la democracia, confirmado por el juez Edecio Velásquez, que decretó la nulidad absoluta contra la solicitud de la fiscalía general de la república para la suspensión de la instalación de la Constituyente. Los rumores de una inminente sentencia del Tribunal Supremo de Justicia contra Luisa Ortega, que concretaría su destitución y enjuiciamiento, saltaron en la noche de ayer, tras adelantarlo uno de los diarios chavistas.

«Seguimos con nuestras convicciones intactas, nada nos va a parar», intentó animar el alcalde Carlos Ocariz, para quien Maduro también asegura tener una mazmorra preparada. Sus palabras precedieron a la embestida de los represores, brutal como siempre, que incluso causó heridas a la diputada Amelia Belisario. En las últimas horas han fallecido dos personas heridas durante el fin de semana pasado, lo que eleva a 123 las víctimas mortales en 126 días de rebelión popular.

«Nos recibieron con perdigones y gas a quemarropa», denunció el dirigente Juan Andrés Mejía. «Así se estrenó la Constituyente», sentenció.

Daniel Lozano/La Nación

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