Radiografía de la crisis de la selección: siete técnicos en 13 años y sólo cinco en las tres décadas anteriores

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Sin contexto, el análisis pierde fuerza. El problema no era Edgardo Bauza , que acaba de ser despedido. Tampoco Gerardo Martino . Y mucho menos, aunque arrastra pecados de sus antecesores, Chiqui Tapia , que acaba de convertirse en presidente de la AFA . La falta de respeto a la selección argentina comenzó mucho antes. De hecho, esto de cambiar a los entrenadores del conjunto albiceleste como figuritas repetidas con Grondona sí pasaba.

Fue con Grondona en el poder que en 2004 se rompió aquello que tanto le había costado sostener en épocas de Carlos Bilardo : el proceso de, al menos, cuatro años de cada entrenador que llegara a la conducción técnica del seleccionado nacional. De un mundial a otro, la gestión del conductor elegido no se discutía.

Desde 1974 a 2004, sólo condujeron al equipo argentino cinco entrenadores:

César Luis Menotti (1974-1982, campeón del mundo en Argentina ’78),

Bilardo (1983-1990, campeón del mundo en México ’86),

Alfio Basile (1991-1994, bicampeón de América en Chile ’91 y Ecuador ’93),

Daniel Passarella (1994-1998)

Bielsa (1998-2004, subcampeón de América en Perú ’04 y campeón olímpico en Atenas ’04).

A partir de entonces, ya nada fue lo mismo y en los 13 años posteriores, por el predio de Ezeiza transitaron, hasta ahora, 7 técnicos.

Después de una decisión ejemplar, como fue la de mantener y renovarle el contrato a Bielsa luego de la frustración que significó quedar eliminado del Mundial 2002 en primera rueda, Grondona no logró evitar que el Loco se quedara sin energías y anunciara su renuncia, días después de ganar el primer oro olímpico de la historia de nuestro fútbol, en los Juegos de Atenas.

Por decantación, el cargo cayó en manos de José Pekerman . El mismo hombre con el que la gran mayoría de aquella generación de futbolistas se había coronado campeón sub 20, ahora iba por el sueño mayor: la consagración en Alemania 2006. La definición por penales, con un joven Lionel Messi en el banco y el Pato Abbondanzieri (especialista en la materia) afuera por una paralítica, le negó a la Argentina el pase a las semifinales en ese mundial. Y Pekerman dio un paso al costado.

La siguiente decisión fue ir a buscar a Alfio Basile , que por entonces conducía a un Boca que andaba sobre ruedas y dominaba con claridad el ámbito local (campeón del Apertura 2005 y Clausura 2006) e Internacional (ganador de la Sudamericana 2005, y la Recopa 2005 y 2006).

Subcampeón en la Copa América 2007, pero con un paso irregular en las Eliminatorias, al año siguiente el Coco vio una mano negra, que no era la mano de Dios, y pegó el portazo. Casi al instante asumió Diego Maradona . La experiencia fue traumática, tanto en la clasificación como en el Mundial de Sudáfrica, donde «el chamuyo de Alemania» goleó 4 a 0 a la Argentina y la mandó de regreso, otra vez antes de las semifinales.

Maradona habló de traiciones, acusó a Bilardo y a Grondona y no tuvo más remedio que irse. Su sucesor fue Sergio Batista , con el único mérito, valioso al fin, de defender la corona olímpica en Pekín 2008 (con Messi, Riquelme y Agüero, entre otros). El Checho apenas aguantó poco más de un año, antes de que la eliminación por penales ante Uruguay, en los cuartos de final de la Copa América, lo eyectara del predio de Ezeiza.

Llegó Alejandro Sabella , y con él, la seriedad. Las ganas de construir sobre tierra arrasada. El conocimiento y la habilidad para adaptar las ideas adquiridas en pos de potenciar al crack. Con él, «el Messi de Barcelona» y «el Messi de la selección» fueron una misma persona. Fue el DT que más aprovechó a Lionel. Y esa sociedad, más la suma de todas las partes del equipo, acariciaron la gloria en Brasil 2014, con Mascherano vestido de prócer y Sergio Romero convertido en héroe ante Holanda. Alemania fue otra vez el villano de la historia.

Cansado, Sabella eligió no continuar al frente del conjunto nacional. Días después, justo cuando iban a anunciar la contratación de Gerardo Martino, se murió Julio Grondona. Lejos de mejorar, todo empeoró. El Tata finalmente asumió, pero ni dos subcampeonatos de América, en dos finales consecutivas perdidas por penales ante Chile, lo sostuvieron. Martino habló de dignidad y pegó el portazo cunado los dirigentes lo dejaron solo y no lo ayudaron a armar el equipo que iría a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, aunque la puerta sigue entreabierta por la deuda descomunal que la AFA tiene con él.

Ya con el Comité de Regularización de por medio, y luego de que Diego Simeone y Marcelo Bielsa dijeran que no, y de que Jorge Sampaoli evitara el papelón de irse de Sevilla cuando recién había llegado, el elegido fue Bauza. Así, por descarte. «El más potable»; dijo Armando Pérez.

Ocho meses, ocho partidos y sólo tres victorias después, a Bauza le soltaron la mano. No fue el que lo contrató, sino Chiqui Tapia, el hombre sin nombre, que primero intentó por todos los medios desgastar al Patón y, sin demasiado disimulo, obligarlo a que renunciara. No funcionó, y la AFA sumó un nuevo conflicto económico. A partir de hoy, le pagará al mismo tiempo a tres entrenadores: Martino (deuda), Bauza (indemnización) y el sucesor, sea quien fuere. En total, el descalabro y el sinsentido le cuestan al fútbol argentino más de $ 100.000.000, mientras el equipo sufre, una vez más, para intentar clasificarse al Mundial y, a cuatro fechas del final, se ubica quinto, en zona de repechaje.

Fuente: la nación

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