Llegó en avión, porque últimamente le anda escapando al colectivo. «Es por las piernas; no soy enfermo, pero es como si me hiciera un torniquete», aclaró, con sus 89 años enfundados en un traje oscuro. Cuando la cámara apuntó hacia él empezó a reír y le pidió a la fotógrafa: «sacame con pelo ¿no?»
Es una de las figuras más representativas del folclore argentino y por eso, a pesar de su buen humor, hubo un momento de la entrevista en el que Vitillo Ábalos se puso serio: fue cuando se refirió a la importancia de estudiar para difundir el arte folclórico. «Todo aquel que se arrime y le presten un escenario tiene que prepararse, aprender, tener conciencia y responsabilidad, y luego actuar», disparó. Y lo hizo en el ámbito apropiado: el cuarto de los cinco hermanos fundamentales de la música criolla -los Ábalos- participó del Primer Encuentro Regional de Arte Folclórico del NOA, que se realizó entre el viernes y el sábado en la capital provincial.
El santiagueño Vitillo (Víctor Manuel) formó junto a sus hermanos Machingo (Napoleón Benjamín), Adolfo, Roberto y Machaco (Marcelo Raúl) uno de los conjuntos folclóricos más antiguos del país: Los Hermanos Ábalos. Arrancaron en 1939 y se separaron seis décadas después. Además de crear piezas memorables, como «Agitando pañuelos», «De mis pagos» y «Nostalgias santiagueñas», se encargaron de estudiar y de difundir las tradiciones criollas.
Como prueba de su compromiso con la cultura, que nace de la relación del hombre con la tierra, basta la dedicatoria que incluyeron en su primer disco: «A nuestros padres, que nos enseñaron a querer las tradiciones santiagueñas; a Santiago del Estero, que nos enseñó a querer las tradiciones argentinas». Por eso, sus sentencias sobre la escena folclórica actual poseen el peso de la historia y del conocimiento. Y vale la pena escucharlas, sobre todo para los que están haciendo sus primeras armas en el folclore.
«El arte popular argentino es una historia que merece ser difundida. Pero no se aclara que quien difunde el arte folclórico primero tiene que aprender y estudiar. No soy el dueño de la verdad, pero hace tantos años que amo los secretos de la alforja criolla argentina, que creo que debo equivocarme poquito; estoy preocupado por los malos intérpretes que están en un escenario haciendo lo que a ellos les agrada, pero que no conocen», reflexionó. Pocos minutos antes se habían puesto en marcha las Jornadas.
Apelando a su trayectoria como músico y bailarín, Vitillo hizo hincapié en la diferencia entre un intérprete y un folclorista. «El hecho de que una persona esté sobre un escenario cantando o bailando no lo hace folclorista; es un intérprete -enfatizó-. En nuestro país hay una mala costumbre: ’te presento al profesor tal’, te dicen. ’¡Ah!, lo felicito ¿Me muestra su título?’ No lo tiene. Hace rato dije que no soy el dueño de la verdad. Pero, por sentido común, sé que no hay que autoregalarse títulos; hay que estudiar primero».
Fundadores
Cuando Los Hermanos Ábalos empezaron a subirse a los escenarios se enfrentaron con un mercado musical dominado por el tango. Pero no se conformaron con el éxito que les llegó en 1942 tras la interpretación del «Carnavalito» en la película «La guerra gaucha». Ellos decidieron hacer su aporte: en 1945 crearon en Buenos Aires el Estudio de Arte Nativo, en el cual enseñaron a bailar a varias generaciones de argentinos. Por eso, y a pesar de su edad, las miradas retrospectivas durante la entrevista inflaron con potencia la voz de Vitillo: «Por ahí usted se va a encontrar con algunas personas a la que les hace una observación constructiva: ’mirá, creo que lo que vos estás haciendo…’ Y te dicen que lo piensan así y que lo hacen así; contestan mal ¿Qué idoneidad, qué autoridad tienen para cambiar lo que no conocen?»
¿Y, entonces, cómo se revierte esta situación? Sencillo: «hay organizaciones a nivel nacional y a nivel provincial; tres, cuatro años de estudio, menos, más…», respondió antes de despedirse con una frase que hizo pensar en decenas de lunas de Cosquín, en peñas y teatros: «Mucho gusto, en nombre de Los Hermanos Ábalos, de Vitillo Ábalos».
Fuente: La Gaceta de Tucumán