Yolanda Chilio, chacarera, voz y bombo

Por Miguel Coria-Especial para LA BANDA DIARIO

Yolanda Chilio fue una fiel representante del canto bandeño. Nació en el año 1938 y perteneció a una tradicional familia bandeña. De niña era la encargada de animar las reuniones familiares con su voz.

Luego, junto a sus hermanas, ingresó como alumna de la recordada Academia de Danzas Folclóricas, creada por el profesor José Gómez Basualdo en La Banda.

Fue su primer encuentro profesional con el folclore. Varios fueron los años junto a nuestras danzas y con ello fue ganando maduración, logrando convertirse con el tiempo en una notable bailarina.

Los que la conocieron afirman que además era dueña de una capacidad para zapatear bailando en varias oportunidades malambos junto a sus compañeros varones.

Con los años, la enorme influencia musical, su riqueza vocal y su capacidad fueron gestando en su persona a esa cantora que tuvo buena acogida entre sus pares.

Las brechas se fueron abriendo. Uno de sus primeros grupos folclórico fueron“Las de Allucito”, siempre con esa necesidad de buscar una identidad propia. La música nativa talló con su presencia la década del sesenta en el país, generando un movimiento con iniciativas renovadoras que alcanzó esplendor creando un terremoto cultural folclórico dando nacimiento a innumerables grupos y cantores con las ganas y la necesidad de buscar una identidad propia.

Santiago del Estero también se encontraba en ese contexto. Este movimiento generó una pleya de de cantores y músicos a donde se encontraba la malograda cantora bandeña.

Ya con un grado mayor de talento propio, Yolanda Chilio, fue afirmándose en las raíces convirtiéndose en una exquisita solista del canto nativo, creando una forma vibrante en la interpretación, alcanzando su esplendor y logrando una altísima popularidad dentro del movimiento folclórico santiagueño.

A partir de ese momento su peregrinaje por peñas y festivales la llevó a relacionarse con personajes y personalidades que le fueron marcando su camino.

De esa manera ya triunfando en su provincia da un gran paso en el profesionalismo cuando es contratada para distintos festivales: “Festival del Tango y Folclore” (Sgo del Estero), “Festival Nacional del Malambo” (Laborde, Córdoba),“Primer Festival Nacional del Folclore” (Mendoza).

Es convocada por diferentes radios de la Capital Federal, como “Radio Argentina”, “Radio El Mundo”, presentaciones en la TV nacional, pero además su voz queda impresa en la grabación de su primer disco simple.

Su popularidad se incrementó de manera notable. Pero todavía le faltaba su definitiva consagración. Ello le llegó en la madrugada del 24 de enero del año 1968, eran las seis de la mañana y el público de la plaza “Prospero Molina” del Festival Nacional del Folclore de Casquín la consagró con un ovacionado aplauso.

Yolanda Chilio con lágrimas y su rostro risueño no paraba de agradecer al público que se había quedado hasta esa hora y le brindaba un fuerte aplauso. “Chacarera, voz y bombo”, así fue presentada ante el gran público en esa inolvidable noche coscoína.

Cuando se aprestaba a continuar con la búsqueda de nuevos escenarios donde expresar su canto y disfrutar de la calidez de los aplausos, además de la grabación de su primer L.P. (larga duración), la fatalidad sesgo su vida.

Como una estrella fugaz que cae del cielo y apaga su luz, de esa manera se apagó la suya. Víctima de un accidente automovilístico, ocurrido el 14 de noviembre de 1975 en la tradicional esquina de avenida Belgrano y Besares, murió Yolanda Chilio.

Tenía 37 años y un largo camino por recorrer. Fue un impacto para su familia, sus amigos, su público que asombrados y con la tristeza a flor de piel la acompañaron hasta su morada final.

Yolanda Chilio se encuentra hoy en esa galería de grandes cantores y músicos bandeños, que crearon un movimiento vigoroso de fuertes raíces nativas, cuya solidez llega hasta hoy.

De ese mismo tronco nacieron a lo largo de los años innumerables cantores, músicos, compositores, bailarines, poetas que cada día buscan en el sonido de la chacarera las raíces de este pueblo, con esa necesidad que nunca decae, la de buscar siempre nuestra propia identidad.