Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí

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Por Facundo Gallego, especial para LA BANDA DIARIO

Jueves IV de Pascua

  1. Oración inicial

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Señor, te agradezco por tu amor y tu misericordia en este día. Concédeme la luz necesaria para comprender la Sagrada Escritura, y la gracia para ponerla en práctica en mi vida. Amén.

  1. Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (13,16-20)

«Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido.

Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: “El que comparte mi pan se volvió contra mí.” Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy. Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió».

Palabra del Señor 

  1. Meditación

Ayer, meditábamos cómo Jesús es el Sacramento del Padre, es decir, quien lo hace presente en medio del mundo. Y nosotros, la Iglesia, somos también como un sacramento: hacemos presente al Señor con nuestra vida, con nuestro culto y nuestra predicación con palabras y obras.

La Iglesia, en esencia, es misionera: estamos llamados a ser discípulos-misioneros del Señor. La fe es un tesoro que hemos recibido, pero que estamos llamados a repartirlo. Como bien nos enseña el Papa: la fe se fortalece dándola. Quizá no podamos ir hoy a misionar puerta por puerta, o en lugares recónditos. Pero la misión comienza por la oración: recemos por quienes están predicando el Evangelio. Y nuestro territorio de misión puede ser, incluso, nuestra propia casa; y los destinatarios, nuestra propia familia. Ellos son quienes nos recibirán a nosotros, a Cristo y al Padre. 

  1. Comunión Espiritual

Yo quisiera, Señor, recibirte con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu Santísima Madre; con el espíritu y fervor de los santos. Amén.

  1. Oración final

Señor, derrama tu bendición sobre mí y mis hermanos; bendice mi casa y mi familia. Fortalece mi espíritu para que pueda dar testimonio de ti, de tu amor y tu misericordia. Protege a tu Iglesia y al mundo del avance del coronavirus, dales la salud a los enfermos y el eterno descanso a los difuntos. Amén.

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